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23 años después, apuntes sobre la tragedia de Biescas

FUENTE: BLOG La carretera
Análisis y reflexiones de un caminante

 

La primera imagen que viene a mi memoria la captó el fotógrafo Rogelio Allepuz: un guardia civil sacando en brazos del infierno en medio de la noche a un niño semidesnudo para ser atendido. Un relámpago de esperanza en medio del horror provocado por el remolino de las nubes negras.

Había un puesto de la Cruz Roja antes de llegar a Biescas y allí ya se veían los primeros cadáveres llenos de barro. Esa noche hubo gabinete de crisis con el consejero de Obras Públicas, José Vicente Lacasa, al frente, que estaba realizando una visita de trabajo por la zona. Gentes del cámpin refugiadas en el polideportivo de Biescas (los biesquenses se movilizaron inmediatamente para llevarles comida caliente y mantas). El polideportivo acogería días después los multitudinarios funerales.

Fue clave el ordenador del cámpin “Las Nieves” con las entradas y salidas para conocer y poder identificar las personas que había en las instalaciones. Aún así la tarea no fue fácil porque había más gente que la inscrita en las oficinas y también porque algunos habían salido de excursión y no habían regresado al cámpin.

Los centros de llamadas que se montaron inicialmente no dieron resultado. El equipo de Radio Jaca, cuyo director era entonces José Luis Rodrigo, fue clave también para informar, movilizar personas y recursos, y ordenar las prioridades. No existían las redes sociales y la telefonía móvil tenía muchas limitaciones. La importancia y la función social de los medios de comunicación de proximidad.

El horror, el apocalipsis, fue al amanecer. Fue una de esas ocasiones en las que hubieras preferido que no hubiera terminado nunca la noche. Coches volcados y amontonados, tiendas y caravanas destrozadas al otro lado de la carretera y, lo que fue peor, cadáveres y cadáveres bajo el barro y en el cauce del río Gállego hasta la presa de Sabiñánigo.

Yo era entonces jefe de prensa de la Diputación General de Aragón. Organizamos un equipo con mis compañeros José Luis Andrés, responsable de Prensa del departamento de Obras Públicas que acompañaba esa tarde al consejero, y con el responsable de Prensa  de la subdelegación del Gobierno de Huesca, Luis García Núñez.

Simultáneamente a la avalancha de piedras, troncos y barro que destrozó el barranco de Arás tras romperse un puente en el Sobremonte (Aso, Yosa y Betés), y después todas las obras de ingeniería de hidrología forestal construídas en la primera mitad del siglo XX, llegó la avalancha informativa.

Improvisamos un puesto de información ocupando las oficinas del ayuntamiento de Biescas, como he dicho antes la telefonía portátil aún estaba en pañales, y desde allí atendimos a centenares de medios de comunicación de muchos puntos de España y del mundo ordenando el tsunami como pudimos: primero las víctimas y los familiares, y solo después la información y las respuestas sobre presuntas responsabilidades bajo el principio de la veracidad, del rigor y del respeto a los tiempos y a la investigación judicial.

No era un asunto de primicias ni de contar más cadáveres, era un asunto de respeto a las víctimas y al rigor y de acotar el sensacionalismo y el alarmismo.

Después habilitamos una doble línea de trabajo, la de mando único responsable de la comunicación, a cargo del presidente de Aragón, Santiago Lanzuela, y la operativa, al mando del subdelegado del Gobierno de Huesca, Eduardo Ameijide, encargado de la coordinación de los efectivos de rescate y búsqueda de heridos y cadáveres. Un hombre de rasgos físicos decimonónicos, aire marcial, que cuando algo se desbordaba o se torcía exclamaba ¡Por los clavos de Cristo! Por ejemplo, ante las numerosas ofertas de perros rastreadores o ante la situación de las torres eléctricas.

Se habilitaron, gracias a la rápida reacción del entonces consejero de Presidencia, Manuel Giménez Abad, del recién nombrado director general de Administración local, José Manuel Aspas, y del responsable de Protección Civil, José María Castillón, un número de contacto y unas 25 líneas telefónicas que atendían las 24 horas del día a los familiares de las víctimas, todavía no existía el 112, con traductores en varios idiomas (inglés, francés, alemán, holandés…).

El presidente Lanzuela al frente del mando único atendía a diario a los medios de comunicación en el mismo ayuntamiento de Biescas al final de la mañana y por la tarde. Los teléfonos del Ayuntamiento echaban humo. El equipo de periodistas estuvimos dos o tres días de guardia permanente, echando cabezadas, y al cuarto día ya nos buscaron alojamiento en Escarrilla, un núcleo del valle de Tena más arriba de Biescas.

Fue la noche de los sobresaltos, de la solidaridad y de la generosidad individual y colectiva. No había nada escrito sobre protocolos de catástrofes, ni estaba tan afinada y localizada la predicción meteorológica ni los planes de evacuación…….En estas situaciones es cuando sale lo mejor de las personas y el doctor Juan Antonio Cobo, que estaba de vacaciones en Jaca, puso en marcha con una encomiable rapidez de reflejos un protocolo que se basó en evitar cualquier preocupación a los familiares de las víctimas salvo la de su dolor.

En ese protocolo entraba la atención a los heridos, la identificación de los cadáveres, la habilitación de la Pista de Hielo para depositar los cadáveres, la comunicación y la asistencia psicológica a los familiares que llegaron por centenares. Y, por supuesto, la organización de los voluntarios, estamos hablando de cerca de dos mil.

Hubo un antes y un después de la tragedia de Biescas en el desarrollo de la incipiente Protección Civil y de la organización tras grandes catástrofes, y el doctor Cobo tuvo mucho que ver.

A los dos días ya supimos que el número de muertos iba a superar los 80. Finalmente, fueron 87 más los cerca de  doscientos heridos, la inesperada pérdida de familiares, en algún caso como el de Sergio Murillo de toda la familia directa, las durísimas recuperaciones y las secuelas físicas y psicológicas de por vida.

Los integrantes del operativo de búsqueda y rescate de heridos y cadáveres comíamos en las escuelas atendidos por voluntarias y voluntarios del pueblo que organizaban las provisiones y cocinaban.

Tampoco se me va de la memoria la imagen del entonces joven alcalde de Biescas, Luis Estaún, 27 años, con la cabeza abajo, abatido por la tragedia. La solidaridad de los biesquenses, un municipio de menos de 1.500 habitantes, y de todo el valle de Tena y de la Jacetania, fue conmovedora, excepcional, sin límites, de las que te funden con lo mejor de la condición humana.

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Hilo emocional roto por Josu Ternera

FUENTE: BLOG LA CARRETERA

Plácido Díez

De esta fotografía de principios de los 60 en San Sebastián solo quedamos vivos los dos niños. El de la chaquetita y el pelo acaracolado soy yo y el otro es Luis Mari, hijo de Luis María Hergueta Guinea, directivo de Michelin asesinado por Josu Ternera en Vitoria años después.

Los recién casados son su hermana, María Pilar, y mi tío Maximiano, hermano de mi madre que, con abrigo claro, aparece junto a mi padre en el extremo izquierdo. En el otro extremo está mi tía Josefa, hermana de mi madre y de mi tío Maximiano, y en el centro junto a los recién casados los padres de mi tía María Pilar y de Luis María Hergueta Guinea.

La foto, probablemente captada junto al restaurante en el que íbamos a comer, me ha mantenido unido a lo largo del tiempo a ese niño de mi misma edad que, un 25 de junio de 1980, se quedó sin padre a los 20 años y su hermana a los 16, cuando un comando de tres etarras vestidos con anorak, del que formaba parte Josu Ternera, le disparó dos tiros en la nuca junto al portal de su domicilio, en la calle Dato de Vitoria, alrededor de la una y media de la tarde.

Luis María Hergueta, alavés hasta la médula y apasionado del deporte de la pelota modalidad pala, regresaba de la fábrica en la que era jefe de las oficinas técnicas, había aparcado el coche en una plazuela cercana y acababa de comprar un ejemplar de “El País” sin que pudiera llegar a reunirse a comer con su familia. Iba a cumplir 52 años y había sido uno de los negociadores del conflictivo convenio colectivo.

Creo que fue en septiembre de ese mismo año cuando me incorporé al CIR de Araca en Gamarra, Vitoria, para completar los tres meses de instrucción militar antes de que me destinaran al cuartel del batallón de de cazadores de montaña “Estella XXI”, perteneciente al regimiento “América 66”, uno de los batallones que, dentro de una operación contra ETA, se desplegaría en el Pirineo navarro durante 1981 para “impermeabilizar” la frontera con Francia.

De la nebulosa de mi memoria rescato la desolación de una familia destrozada a la que visité, en aquella casa se hablaba euskera, y de la que me sentí muy cerca durante mi estancia temporal en esa ciudad, como describe Antonio Muñoz Molina en su libro “Ardor guerrero”, de cielo gris, de mujeres bien vestidas, de soportales y miradores acristalados, de parques burgueses y estatuas de reyes godos, de iglesias con piedras góticas empapadas en lluvia, de librerías polvorientas y de platos generosos como el “Urtain” ( dos huevos fritos y dos chuletas de cerdo inundados de patatas, postre, pan, vino y gaseosa por 150 pesetas, menos de un euro).

Una ciudad que, detrás de esa primera imagen de juras de bandera, limpia y tranquila, con sonido de jazz en su Casco Histórico, vivía una intensa y acelerada industrialización/conflictividad social marcada por el comienzo de los denominados “años de plomo” de ETA y por uno de los hechos más trágicos de la transición democrática.

El desalojo, el 3 de marzo de 1976, de una multitudinaria asamblea de trabajadores en huelga en la iglesia de San Francisco de Asís, en el barrio obrero de Zaramaga, finalizó con 5 muertos y más de 150 heridos. La Policía Armada utilizó gases lacrimógenos, pelotas de goma y fuego real. Era presidente de gobierno Carlos Arias Navarro y ministro de la Gobernación Manuel Fraga Iribarne. Estos hechos precipitaron el relevo de Arias Navarro por Adolfo Suárez.

Un mes y nueve días antes de que asesinaran a Luis María Hergueta, que había tenido un papel activo durante los dos años de negociación del convenio colectivo, ETA había herido gravemente a otro directivo de la compañía, Jesús Casanova, y un año antes había secuestrado, herido y abandonado en un descampado al director general de Michelin, compañía que tenía otra planta en Lasarte (Guipúzcoa). Durante esos días también se habían registrado violentos enfrentamientos entre grupos de huelguistas y no huelguistas en la puerta de la fábrica.

Dos trabajadores de la planta de Vitoria, Modesto García Marañón y Miren Edurne García Artal, viajaron hasta Bayona pocos días antes para mostrarles a Josu Ternera y a Etxebeste la foto de Luis María Hergueta recortada de una revista de la compañía. Fueron condenados por colaboración en el asesinato.

Cuarenta años después, el asesinato de Luis María Hergueta continúa siendo una de las cuatro causas pendientes que Josu Ternera tiene abiertas en la Audiencia Nacional. Entre ellas, el atentado contra la casa cuartel de la avenida de Cataluña de Zaragoza con 11 víctimas mortales, 6 de ellas niños, y decenas de heridos muchos de los cuales conviven desde entonces con graves secuelas físicas y psicológicas.

En el auto de procesamiento dictado en 2005 por el juez Santiago Pedraz se le atribuye a Josu Ternera el “delito consumado de asesinato de Luis María Herguetacomo mínimo en calidad de cooperador necesario o cómplice”, se emite una orden europea de detención y entrega, se decreta su ingreso en prisión y se fija una fianza de 60.000 euros. Cuarenta años después, cuando ya solo quedamos vivos los dos niños de la foto, que ya hemos cumplido los sesenta, se podrá hacer justicia. Tarde, muy tarde.

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Hoy es 9 de Mayo

Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea

Original aquí.

Hoy es 9 de mayo, día de Europa. No es un día festivo, y la mayor parte de la gente sigue a sus quehaceres, ignorando que sea el día de Europa y, en caso de saberlo, ignorando por qué motivo se celebra. Yo mismo, durante un tiempo, pensé que tenía que ver con el fin de la Segunda Guerra Mundial (la Alemania nazi se rindió el 7 de mayo de 1945), pero tampoco era eso.

No les voy a desvelar el motivo de la efeméride, pero sí quiero comentar un poco, al estilo de Presuntos Implicados, “Cómo hemos cambiado”. Recuerdo que mis primeros “Días de Europa” conocidos tuvieron lugar en un Grupo de Acción Local, tal vez el mejor de Europa en aquel momento, y la idea de Europa que promovíamos, y en la que creíamos, era una idea de modernidad, de libertad y democracia, de dinero y prosperidad…Todos queríamos ser europeos, tanto las generaciones que habían vivido tiempos de aislamiento y oscuridad en España, como quienes, sin haberlos vivido tan directamente, compartíamos esa sensación de apertura que nos daba Europa, la CEE o incluso “el Mercado Común”, que todavía se decía entonces.

He hablado de un Grupo de Acción Local, y es que entonces, también había ideas para el campo, en forma de los primeros programas de desarrollo rural: es verdad que la PAC había levantado ampollas desde sus inicios, que muchos pensaban que se había cedido demasiado durante las negociaciones de adhesión de España, que se vendieron sectores económicos enteros para “entrar en Europa”. Hay mucho de cierto en esto, como es cierto que la PAC ha ido variando, en la misma línea en que han variado los modelos políticos europeos y mundiales: de una PAC intervencionista, vinculada a una clara idea de economía social de mercado y de “modelo social europeo”, se ha ido pasando a una PAC que ha abandonado todo mecanismo de regulación de mercados y se ha convertido en una pata más del paradigma dominante de la globalización. Es un ejemplo.

Parafraseando a Vargas Llosa (“¿En qué momento se jodió el Perú, Zavalita?”), podríamos preguntarnos en qué momento esa Europa asociada a libertad, prosperidad, democracia y bienestar, empezó a joderse. Sin embargo, la vorágine del día a día y la dictadura de la última noticia nos impiden ver las cosas con la suficiente perspectiva y, sobre todo, hilarlas para construir un relato que nos explique cómo hemos llegado hasta aquí. No voy a trazar dicho relato de manera exhaustiva, pero sí es importante recordar algunos hitos.

La Unión Monetaria consagrada en el Tratado de Maastricht (1992) fue un primer hito: una unión basada en las fórmulas monetarias alemanas, pensada más bien para permitir a la Alemania recién reunificada consolidar su posición en Europa, pero carente del resto las piezas necesarias para una correcta gobernanza económica: un presupuesto común, una armonización fiscal y el respeto a un determinado modelo social (todo ello, por cierto, ya defendido en 1970 en el Informe Werner, primer ministro luxemburgués, nada sospechoso de radicalismo o izquierdismo). La crisis económica de 2008 puso de manifiesto las contradicciones de esta Unión Monetaria, y el trato dado a Grecia, al conjunto de llamados despectivamente PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España) fue un claro ejemplo de esta situación: Alemania se financiaba a tipo de interés negativo, mientras estos países sufrían el acoso de los “mercados”, veían su deuda soberana reducida a “bonos basura”, y el paro y la precariedad y la desigualdad avanzaban de manera galopante…

De otra parte, el 11-S marcó un antes y un después en las relaciones internacionales; el ciclo se completó con los sucesivos ataques terroristas (Madrid, Londres, París, Bruselas…); como en “La máscara de la muerte roja”, el cuento de Edgar Allan Poe, los europeos que creían vivir seguros detrás de los muros de su «Europa fortaleza» conocieron el terror en su propia casa, y el miedo al distinto se apoderó de las mentalidades, y las crisis migratorias han llevado a muchos ciudadanos europeos a buscar culpables en los que son aún más débiles. Además, creo que es importante, la entrada en bloque de los países de Europa del Este supuso la entrada de un grupo de países con graves dificultades estructurales y con fuertes resabios autoritarios -cuando no abiertamente xenófobos-, entre sus políticos y una buena parte de su población, que han terminado, velis nolis, permeando al conjunto de las instituciones europeas.

Esta evolución es patente, y puedo atestiguarlo: he sido en dos ocasiones candidato a las elecciones europeas; en aquellos momentos (2004, 2009), y pese a que ya se percibían síntomas de crisis del modelo económico y de convivencia, la Unión Europea era todavía un elemento, no ya positivo, sino consustancial de nuestras vidas y, en una región como Aragón, los debates “europeos” entre candidatos, por ejemplo, se centraban en la manera de conseguir más “fondos europeos”: se hablaba del Objetivo 1, del FEDER, de infraestructuras, de tecnologías y de ayudas europeas para empresas, y muy poco de déficit democrático o del euro, o de gobernanza…Hoy en día, y aunque estas cuestiones no se han abandonado totalmente (ahí está la financiación de lucha contra la despoblación), el debate ha derivado hacia cuestiones más centrales, que ponen en cuestión el fundamento mismo del proyecto europeo: la renacionalización de las políticas (como el modelo de los Planes estratégicos nacionales propuestos en la nueva PAC), la reducción de los fondos para la Cohesión y su sustitución en fondos para armar y fortalecer la “seguridad” europea, la propia esencia de la moneda única o, directamente, la salida de la Unión, como es el caso del Bréxit (y ojo, que yo he visto ya en Francia -¡¡en Francia!!- llamamientos al “Fréxit”, al calor de las revueltas de los “chalecos amarillos”).

…Y el debate está cada vez más copado por posiciones entre neofascistas y tribales, demasiadas veces escuchadas o asumidas o “comprendidas” por personas que se autodenominan progresistas o de izquierdas.

Hay razones para el cabreo: el trabajador que ve cómo su empleo y su salario se devalúan, el parado de larga duración, el agricultor que no puede cubrir sus gastos mientras se traen melones o cereales de Brasil o de África, tienen motivos para estar enfadados y para pensar que la Unión Europea no es parte de la solución, sino del problema. Igualmente, el énfasis financiero y monetarista de la actual Unión Europea ha desilusionado a mucha gente, y ha conseguido “no crear” ningún sentimiento de pertenencia a un proyecto común (siempre recuerdo que, después de tantos y tantos millones gastados, ha sido el modestísimo programa Erasmus -una gota de agua en el mar de dinero comunitario-, el que más ha contribuido a construir sentimiento de pertenencia y ciudadanía europea…).

Pero también hay que recordar que la práctica totalidad de la legislación que protege nuestro medio ambiente (agua, aire, biodiversidad…) proviene de la Unión Europea, como el 60% de la normativa laboral que protege a los trabajadores británicos -protección que pueden perder ahora tras el bréxit-, o que España ha recibido en sus más de 30 años de pertenencia al club comunitario Fondos estructurales y de Cohesión por un importe tres veces superior al Plan Marshall que recibió Europa tras la Segunda guerra mundial, transformando y modernizando nuestro país de un modo mucho más profundo de lo que imaginamos…Y nada nos garantiza que la vuelta a una Europa de Estados nacionales -que ya fracasó en el caos de las dos guerras mundiales- vaya a ser capaz de traer más prosperidad o más democracia (¿acaso no hay potentes lobbies nacionales?); más bien, constituyen una herramienta muy limitada si lo que se pretende es contrapesar los efectos perniciosos de la globalización, que va seguir estando y, valga la redundancia, va a seguir siendo global.

El proyecto europeo debe repensarse profundamente. Con una nueva gobernanza del euro, con armonización fiscal, con una profunda reforma de todas sus instituciones, con más democracia y menos hipocresía, pero también con una mayor responsabilidad de los ciudadanos europeos, los cuales no pueden seguir pensando que el Parlamento Europeo -que será elegido el próximo día 26- es una especie de circo sin atribuciones, al que se puede enviar cualquier payaso machista o xenófobo, o cualquier “elefante jubilado”, a decidir y legislar sobre el futuro de 500 millones de personas…No es mediante el cabreo absurdo como mejoraremos Europa, sino, entre otras muchas cosas, mediante el ejercicio responsable de nuestros derechos y deberes democráticos.

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Sobre la Ley y cómo se aplica

Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea

Original aquí.

En todo este debate de la despoblación, una demanda bastante generalizada ha sido la de retomar la Ley 45/2007 para el Desarrollo Sostenible del medio rural.  Es una Ley elaborada por un gobierno del PSOE, y que ha sido especialmente reivindicada desde la izquierda, denunciando además el hecho de que dicha Ley fuese “metida en un cajón” por la derecha en sus años posteriores de gobierno.  En resumen, dicha Ley, más que en solución, se convierte de momento en otro nuevo trasto que tirarse a la cabeza unos y otros.

Es cierto que esta Ley introduce algunos elementos valiosos: bebiendo de la experiencia francesa (sobre todo) en materia de desarrollo rural, establece una tipología de comarcas en España, reconociendo “la necesidad de una atención diferenciada”, y también establece una serie de Medidas, que más o menos repiten los tipos de Medidas contemplados en los Programas de Desarrollo Rural (PDR), que ya se financian en España con cargo al FEADER (el segundo pilar de la PAC, con financiación de la Unión Europea).  Teniendo en cuenta que ya existe una dotación económica europea, y que la aplicación de mecanismos comarcales o paracomarcales está en la base de las iniciativas LEADER (hoy “Estrategias de Desarrollo Local Participativo”), podemos decir que la base de esta Ley “española” está en las políticas de desarrollo rural que provienen de Europa, de esa UE que tantas veces se descalifica…

Lo anterior nos debería hacer ver, al menos, dos cosas: 1) que, sin haber sido capaces de aplicar una Ley contra la despoblación en nuestro propio país (y financiarla), difícilmente podemos ir a pedirle a Europa que sea sensible con el tema, y además se “rasque el bolsillo”…nos contestarán que, primero, demostremos nosotros lo que nos preocupa, aplicando políticas y  rascándonos el bolsillo; 2) que, en ausencia de una puesta en marcha decidida de la Ley estatal, los PDR de las Comunidades Autónomas disponen de título legislativo y financiación suficiente (la dotación FEADER en España para el periodo 2014-2020 es de 8.297 millones de euros) para hacer muchas cosas por el desarrollo rural y por la despoblación, y si no es así, si los resultados no son los esperados, habrá que preguntarse por qué, y pedir las oportunas responsabilidades, o sencillamente, plantearse si todo es cuestión de dinero.

Al no haberse aplicado, la Ley 45/2007 merece el beneficio de la duda, la dotación económica y su puesta en marcha.  Ahora bien, no nos engañemos: ninguna Ley “resuelve” por sí sola los problemas; sería iluso pensar que la despoblación y el desequilibrio territorial secular de España se resuelven porque así se diga en el BOE.  No obstante, el enfoque “comarcal” sí permite un análisis abordable del problema de la despoblación, como señala recientemente el profesor Jesús G. Regidor, en línea con ese no confundir población y poblamiento, que he comentado en alguna ocasión.  Claro que esto tendrá siempre el precio a pagar de unos pueblos concretos que sí desaparecen, de unos núcleos de población que ya no lo serán, pero la decisión (más allá de engaños y populismos) es como en las películas de submarinos (donde el capitán, para salvar el barco y la mayor parte de la tripulación, ha de cerrar la escotilla y algunos marineros morirán ahogados sin remedio): se trata de decidir si salvamos algunos núcleos, y con ello el medio rural, o pretendemos salvar a todos y los perdemos a todos…

Pero, sobre todo, más importante que la Ley en sí misma es cómo se aplica, la “gobernanza” de la Ley, y la propia Ley lo reconoce al final del apartado I de su Preámbulo.  Y de esto sí que puedo hablar con cierto conocimiento de causa, también para moderar las expectativas.

En el momento de la aprobación de esta Ley y de su asunción por las comunidades autónomas (en torno a 2008-2009), yo era concejal en una cabecera de comarca aragonesa, ocupando además responsabilidades de gobierno. Y la primera noticia de esta Ley la tuve a través de mi “jefe de filas” -no del gobierno ni la administración regional-, que ya había negociado con el gobierno las dotaciones económicas de cada comarca…Y luego, en mi comarca, una serie de personas -hábilmente escogidas por todos los partidos para representarles a ellos en la práctica, aunque teóricamente representaban al tejido social-, pusieron sobre la mesa una lista de proyectos, en formato “carta a los reyes magos”, sin abandonar el enfoque micromunicipal, sin ningún carácter estratégico, sin ninguna visión de la sostenibilidad de las inversiones…una yuxtaposición de proyectos que el técnico de turno iba metiendo en una Excel, que sería luego pasada por el tamiz de las siglas de los partidos, para garantizar el “equilibrio” y la “representatividad” territorial.

A título de ilustración, les aseguro que una de las “inversiones estratégicas” para el futuro del territorio era un camión de la basura…Ni un estudio coste-beneficio, ni una comparativa de inversiones, ni de alternativas de financiación, ningún tipo de evaluación previa: nada.

La crisis económica paró en seco la Ley y acabó con la dotación económica prevista en aquel momento; pero, si se hubiera llevado a cabo, hoy estaríamos exactamente como estamos, con unos cuantos millones de euros menos en las arcas públicas y con los pueblos igual de vacíos o más…por los que circularía un camión de la basura más nuevo, eso sí.

En resumen, ni mucho menos descalifico la Ley: reconozco su necesidad y su valor, pero insisto en que la gobernanza, sobre todo, sigue siendo un elemento fundamental para la correcta administración de los fondos (muchos o pocos, actuales o futuros) que llegan al medio rural y permitan cumplir realmente los objetivos de reequilibrio territorial y lucha contra la despoblación.  Esto es válido para una Ley estatal, para unos reglamentos comunitarios o una normativa autonómica.  Pero, hasta ahora, no me ha parecido que las muchas reivindicaciones y pancartas de los territorios clamasen por esta gobernanza, tal vez porque ello implicaría un ejercicio de autocrítica que es siempre más difícil que la búsqueda del enemigo externo y la asunción del papel de víctima…

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El candil / Lágrimas como un torrente

Texto: Blog de Manuel Español Pirena Mágica

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Mi corazón ha dado varios vuelcos estos últimos días, pero mis ansias de pelea siguen adelante. No puede ser de otra manera, soy aragonés. De la alegría y buen humor a la tristeza casi extrema, son escalas que se han sucedido una tras otra. Ahora atravieso una laguna de profunda tristeza, me dan mucha pena los vaivenes políticos, no tolero esas promesas electorales entre  las que proliferan los insultos y la ausencia plena  de elegancia. No me gusta ninguno de los actuales partidos. ¿Habrá formaciones que hagan real eso de que  la distancia entre dicho y hecho sea nula? Y no cito nombres propios por estar en plena campaña electoral. Eso sí, respeto a la gente honesta y valiente y a aquellos que siguen la máxima de “Respeta y serás respetado”. Perdón, que nadie piense que quiero hacer tabla rasa, también sigue habiendo personas admirables ante las que descubrirse sin máscara alguna, por su valentía, por decir la verdad mirando cara a cara y sin ocultarse lo más mínimo ante unos enemigos que acechan cobardemente y que, de una manera u otra,  tienen a sus espaldas la responsabilidad de tantas y tantas muertes violentas (omito cifras). ¿Me equivoco ante  personajillos como vosotros que cuando estáis en minoría echáis a correr cobardemente?¿Y qué decir de los independentistas de Cataluña a ultranza? Sí, esos que no se atreven a mirar a la cara a quienes nos sentimos españoles constitucionalistas, porque en el fondo saben que lanzan mensajes de odio y rencor. Para unos y otros, mi sonrisa más cínica, mi odio para ese nacionalismo que se cura leyendo y viajando, aunque no todos actúen de la misma manera.

Hace unos días que deseo quería remontar el vuelo anímico, pero ante el panorama que nos acosa tan miserablemente, me resulta imposible. No estoy para marionetas locuelas, ni me hallo para provocar risas, para gastar bromas, todo lo contrario. Hoy mis lágrimas fluyen como un torrente de dolor en plena Semana Santa. Para colmo, el fuego ha destruido Notre Dame de París, mientras que en África, en aldeas que carecen de las necesidades más básicas, perecen miles de niños afectados por esa hambruna que no perdona.

¿Conformismo? Con esta palabra recurro de nuevo al dicho de “Tolerancia Cero”. No nos demos por nunca por vencidos. Luchemos con nuestros mejores armamentos, luchemos por la paz y el entendimiento entre las personas, sin distinción de razas ni de credos. Que las fronteras y banderas se diluyan con abrazos de entendimiento, que nadie sea superior a nadie.

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