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¿Un mundo (rural) distópico?

Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea

Original aquí.

Hacía días que no escribía en el blog.  La verdad es que la manifestación del 31 de marzo, la de la “revuelta de la España vaciada”, me había dejado un tanto desangelado.  He escrito ya en varias ocasiones en este blog que no comparto el modelo de desarrollo y una buena parte de las reivindicaciones de este movimiento, puesto que me parecen, no injustas, ni tal vez equivocadas, sino fundamentalmente obsoletas.  Y no digo obsoleto desde una posición “snob”, de quien presume de estar a la última, sino obsoleto en un sentido real, de anticuado, de querer hacer valer un modelo de poblamiento, un modelo económico y un modelo de servicios propio del siglo XIX en lugar de del siglo XXI.

Lo que no quiere decir, atención, que el modelo del siglo XXI, de las décadas próximas, ofrezca siempre un panorama halagüeño, como describíamos hace poco al hablar sobre la sociedad 5.0.  Un mundo supertecnificado es también un mundo donde el factor trabajo va a valer cada vez menos, y donde el empleo, el trabajo tal como lo concebimos desde la Revolución industrial, está desapareciendo.  Y el efecto de esta “fin del trabajo” no tiene por qué ser un mundo donde la gente se libere, disfrute de su libertad sin trabajo y se dedique a leer, cultivarse y disfrutar del mundo…puede ser también un mundo de personas sin “valor” para la sociedad y para ellas mismas.

Imaginemos.  Yo lo he escrito ya en algunas ocasiones.  En una zona rural despoblada, ya no hacen falta carreteras ni autovías porque los coches son autónomos y vuelan; la mayor parte de los trabajos del campo serán realizables por máquinas: los tractores andarán solos y sabrán lo que tienen que hacer, los drones vigilarán el ganado la mayor parte del año, máquinas forestales autónomas y alimentadas por energía solar podrán realizar solas trabajos pesados de limpieza del monte, vehículos sin conductor podrán transportar mercancías…hasta un secadero de jamones podrá ser un entorno totalmente robotizado y automatizado, donde todos los parámetros de la producción estén monitorizados y controlados en tiempo real…

La incorporación de esta tecnología al medio rural puede verse inicialmente limitada porque la baja productividad del sector primario dificulta la inversión (al hacer más difícil su recuperación), pero conforme avanzan modelos colaborativos de desarrollo de producto, como las impresiones 3D, el coste marginal de introducción de esa tecnología podría reducirse de forma exponencial (siguiendo la misma curva de introducción tecnológica que ha permitido que, hoy en día, todos tengamos en nuestro bolsillo un smartphone con una capacidad de computación cientos de veces más potente que el ordenador del Apolo XI que llevó hombres a la Luna).

Pero esta visión, llevada al límite, nos haría preguntarnos: si la tecnología puede desempeñar la práctica totalidad de las tareas o trabajos propios del medio rural o ligados a su mantenimiento, ¿para qué queremos población?  Esta cuestión pone en duda uno de los argumentos clásicos de las plataformas contra la despoblación, que precisamente dicen que “hace falta gente para mantener el medio natural”, pero este argumento hoy, en 2019, ya no es tan evidente…

Tal vez hayan visto la película “Wall-E”: en ella, un robot llamado “Wall-E” está solo en una Tierra desolada, abandonada por los humanos que la han aniquilado, y está encargado de recoger y empaquetar sin descanso las toneladas de residuos, restos de la civilización humana. Una visión distópica del mundo futuro tal vez podría darnos una imagen parecida: un medio rural abandonado por los humanos, donde las aldeas y pueblos han desaparecido, y un ejército de robots realizando todas las tareas del campo.  Y las ciudades, sumideros de metal y hormigón y personas, como la Trántor de Asimov, recibiendo todos los días la producción agraria prácticamente automatizada, y a los inmigrantes del campo que, sin trabajo, engrosan las filas del ejército de reserva urbano…en una especie de Elysiumsin base espacial en órbita.

Ahora que me doy cuenta, no me quería poner apocalíptico ni peliculero… pero sí conviene ser conscientes de algunas tendencias que arroja el actual modelo económico, el de la industria 4.0, el de la deslocalización permanente, el mega-poder de las corporaciones, la pérdida de importancia del factor trabajo y la precarización de las relaciones laborales y las relaciones humanas en general.  Es un escenario probable, no digo inevitable, pero la reivindicación del mundo rural, todavía muy basada en una suerte de regeneracionismo decimonónico, haría bien en, por lo menos, tener en cuenta algunos de los rasgos de dicho escenario.

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La ‘España vaciada’ lleva su revuelta a la gran urbe

EL SALTO

El 85% de la población en España vive en tan solo un 20% del territorio y, a pesar de que el medio rural abarca el 90% de la superficie, solo el 20% de la población reside en este. Y bajando. Una tendencia que, si bien no es comparable a los acusado picos de despoblamiento sufridos en los años 60 y 70, tampoco se revierte.

Si miramos las cifras del último lustro relativas a las llamadas áreas escasamente pobladas —con una densidad inferior a 12,5 habitantes por km2—, el número de personas que hacía su vida en estas ha pasado de 2.760.138 personas en 2012 a 2.520.651 en 2018, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Una sangría que es especialmente acusada en territorios como la llamada Serranía Celtibérica —con el doble del tamaño de Bélgica, y 7,72 hab./km2, menos que la Laponia ártica— pero del que no se libran otras zonas como Asturias, Galicia o Jaén.

Teruel y Soria, las provincias más despobladas de Europa, siempre fueron zona cero de un fenómeno global del que España no solo no se libra, sino en el que pega con más fuerza que en otras regiones. Quizá por ello sus plataformas Teruel Existe y Soria ¡Ya!, con dos décadas de activismo, han liderado la resistencia contras los procesos de despoblación, un movimiento que este domingo 31 quieren llevar al centro de la mayor megaurbe española, Madrid, a más de 100.000 personas.

Muerte silenciosa

Parece que toda la economía de este país se encuentra centrada en el desarrollo de megaciudades —señala a El Salto Paco Juárez, portavoz de Teruel Existe—, se están cargando extensas zonas del territorio, lenta y silenciosamente”. Frente a este proceso, las plataformas convocantes, cerca de 80 entidades entre las que se encuentran Viriatos de Zamora, La Otra Guadalajara, Jaén Merece Más, Comarca de Guadix por el Tren o Cáceres se mueve, exigen “medidas efectivas y urgentes contra la despoblación y políticas que generen de una vez cohesión y vertebración en el país”, como señalaban en un comunicado conjunto en febrero.

El portavoz de Teruel Existe explica que en la protesta que se vivirá en Madrid concurren dos sensibilidades: “La de las zonas despobladas que llevan años despoblándose y que han aportado su mayor beneficio, su gente joven, para el desarrollo de otras zonas, y la de las que a día de hoy no están sufriendo el problema tan sumamente grave de la despoblación pero que van camino de esa situación”. Juárez habla de una “segunda oleada” de vaciado de población que se está produciendo actualmente y que no afecta ya solo a localidades en peligro de extinción, sino también a las pequeñas capitales, a la que hay que sumar la llamada despoblación interior, de las poblaciones más diminutas a los núcleos más grandes.

Contamos con los bienes ambientales y sociales de los que tanto gusta disfrutar y explotar en todo tipo de actividades sociales y económicas pero que, a cambio, solo nos retornan ese uso con expresiones como que no somos rentables económicamente, qué paradoja ¿verdad? ”, denunciaban este martes desde otra de las organizaciones que acudirán el domingo a Madrid, Ávila Resixte. “Ese mantra no es cierto”, denuncia Juárez, “sino que al territorio rural no se le están dando oportunidades, las industrias no tienen por qué estar en las grandes ciudades, por ejemplo”, apunta, remarcando que “hacen falta medidas políticas que faciliten esa redistribución que potenciarían un mayor reparto de la población”.

El AVE no para aquí

Uno de los ejes en el que concurren las organizaciones que trabajan el problema del despoblamiento es el de las infraestructuras. De las ocho decenas de organizaciones convocantes, once son plataformas en defensa del ferrocarril convencional. No es raro en un país que ha gastado desde 2014 cinco veces más —más de 15.000 millones de euros— en mejorar y ampliar la red de Alta Velocidad frente al tren convencional, a pesar de que solo el 4%de los usuarios de tren usan el AVE.

Es un modelo que ve cómo las líneas convencionales van cerrando a medida que abren las de una alta velocidad que conecta grandes urbes y desconecta todo lo que hay en medio: el llamado “efecto túnel”. Mientras, infraestructuras como la Vía de la Playa o el ferrocarril de Almanzora, la conexión de Andalucía con Murcia y la costa de la Comunitat Valenciana, que organizaciones como la Asociación Amigos del Ferrocarril Comarca de Baza y la Plataforma Comarca de Guadix por el Tren llevan años reclamando, siguen aparcadas.

Precisamente, estas dos organizaciones granadinas forman parte de las convocantes y llaman a la movilización contra “la marginación y el ninguneo que están sufriendo las comarcas del norte granadino y almeriense por parte de las distintas administraciones públicas”. Algo, remarcan, “especialmente sangrante el caso del tren, dado que a pesar de los numerosos informes de distinta índole que aconsejan la reapertura de la línea férrea Guadix-Baza-Almanzora-Lorca y de existir incluso una partida en los Presupuestos Generales del Estado para su Estudio Informativo, el Gobierno ni siquiera se ha dignado a iniciar la licitación y adjudicación del mismo, prolongando una injusta situación de aislamiento que lleva más de 34 años”.

Una situación similar ocurre con las autovías. Tal como denuncia Juárez, “se siguen potenciando los mismos ejes, en lugar de hacer un mallado que potenciaría la creación de poblaciones intermedias que asentarían los pequeños pueblos, ya que les dotarían los servicios que no tienen”. Habla de vertebrar el territorio impulsando ejes de comunicación como el Cuenca-Teruel, ya sea por tren o por carretera, para que “ todos los españoles tengan las mismas oportunidades de desarrollo, y que los servicios públicos sean los mismos en el medio urbano y en el rural, en zonas muy pobladas y en las que tienen menores densidades poblacional”, según señalan las organizaciones en un comunicado conjunto.

Son problemas a los que no solo el Gobierno, también la Unión Europea, hace oídos sordos, según denuncian las organizaciones convocantes. “La despoblación es un problema que tienen registrado desde 1993”, apunta Juárez en referenecia al Informe Moretti de regiones de baja densidad de población; “ya en 2001 llevamos a la Comisión de Peticiones y, a día de hoy, siguen sin tomárselo en serio, algo que ponen en evidencia estudios como el de Serranía Celtibérica, que ha destapado la Laponia del Sur”.

Distribución justa

Entre las cinco grandes peticiones de los convocantes, tras la “cohesión social y territorial” y el “desarrollo para todos”, se encuentra la exigencia de que los fondos europeos sean finalistas y lleguen a las provincias. También el cambio de los criterios para la distribución de los fondos europeos. “Su distribución se realiza mediante un concepto estadístico que es el Producto Interior Bruto (PIB) por habitante. Pero si nos fiamos de este, una zona que, teniendo el mismo PIB, pierda habitantes a efectos estadísticos es más rica cuando en realidad se está empobreciendo”, denuncia Juárez. Además, la medición del PIB por habitante en España se hace a nivel regional, mientras que desde Teruel Existe y Soria ¡Ya! Reclaman que se haga mediante unidades más pequeñas, como la comarca o el municipio, para detectar hacia dónde hay que designar esos fondos.

La modificación de los criterios fiscales es otro de los ejes que centran las reivindicaciones de los convocantes. “No tiene sentido que en pequeñas poblaciones de Teruel cierren comercios que pagan los mismos impuestos que en centro de Madrid. Los potenciales clientes no son los mismos”, remarca Juárez,. “Y además hacen un servicio social, al hacer que no tengas que recorrer 30 km para comprar una barra de pan”.

Pero no solo la distancia para conseguir comprar los alimentos necesarios para vivir es grande. Dotaciones de sanidad o seguridad están a menudo a más de 50 y 75 kilómetros. “Los cuarteles de las zonas rurales están cerrando, con lo que está habiendo muchos robos”, cuenta el portavoz. “Y luego, en servicios sanitarios, los pediatras no llegan a los centros de salud rurales, por no hablar del cierre de especialidades”.

También internet es clave en un mundo cada día más global. “Pedimos comunicaciones del siglo XXI”, añade Juárez, “una medida que el Gobierno podría adoptar ya es subir el servicio universal a 30 mb y que las operadoras estén obligadas”.

Estrategia nacional

En definitiva, la ‘Revuelta de la España vaciada’ pide una ‘Estrategia nacional frente al reto demográfico’, que podría estar centrada en retomar y desarrollar la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, de 2007. “Existe una normativa, aunque no se ha llevado a la práctica. La propuesta de Estrategia frente al reto demográfico que llevamos todavía no se ha presentado, pero lo que queremos es que haya un plan a ejecutar y que, además, sea consensuado por todos los partidos políticos”.

Y hablando de formaciones políticas, ante el aluvión de políticos profesionales que han anunciado su asistencia —el último en subirse al carro ha sido Albert Rivera, que así lo anunció este martes—, una cosa remarcan desde la organización: “Tenemos muy claro que es una movilización ciudadana. Evidentemente no podemos prohibir a los políticos que acudan, como ciudadanos, pero no es una manifestación de partido políticos, que quede muy claro”, señala Juárez. “Precisamente queremos que los partidos recojan estas demandas y sentires”.

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Chesús Bernal, un relámpago

FUENTE: BLOG EL PRISMATICO DE ARAGON

Eldiario.es

Fue un gran comunicador y, como ha dicho algún amigo suyo, hubiera sido un buen presidente de Aragón por la energía y el compromiso que desbordaba. Después del escándalo del tránsfuga Gomáriz, que derribó el Gobierno de Emilio Eiroa, lideró una corriente de aire fresco y de regeneración en la política institucional aragonesa de mediados de los 90 con similitudes a pequeña escala de lo que representó el 15-M en 2011.

Su vehemencia y su pasión por lo público sonaban extraordinariamente bien en la radio y en la tribuna de oradores.

Con él a la cabeza, Chunta Aragonesista entró en las Cortes de Aragón en 1995 y vivió momentos de esplendor con casi cien mil votos y 9 diputados en mayo de 2003, tercera fuerza política, y con la presencia de José Antonio Labordeta, una de sus grandes referencias morales, en el Congreso de los Diputados durante dos legislaturas, desde 2000 hasta 2008: “Sí, sí, sí…. el abuelo va a Madrid”.

La Cha de Chesús Bernal, una generación sobradamente preparada, no llegó a gobernar en la comunidad autónoma porque les cerraron el paso los pactos del PSOE de Marcelino Iglesias con el Partido Aragonés (Par) de José María Mur.

En 2003 la izquierda sumaba mayoría absoluta en las Cortes de Aragón pero el PSOE también la sumaba con el Par, 8 diputados, y Marcelino Iglesias prefirió continuar con esa coalición que, inesperadamente, le había dado la presidencia en 1999. En el Ayuntamiento de Zaragoza, con Antonio Gaspar a la cabeza, sí gobernaron después de investir a Juan Alberto Belloch como alcalde.

A Chesús Bernal, militante en el servicio público, en la tolerancia, en la convivencia y en la diversidad, valores que han perdido algunos líderes políticos de estos tiempos, y apasionado del aragonés, del occitano y del zaragocismo, le conocí por azar en una aldea gallega de la Costa de la Muerte, Lires, en 1986.

Lo habíamos elegido como lugar de vacaciones por recomendación de un compañero periodista, José Ramón Marcuello. Si no recuerdo mal, nos alojamos en “Casa Lita” donde se comían unos deliciosos percebes y donde nada más llegar me encontré un ejemplar del periódico en el que trabajaba, “El Día de Aragón”.

La curiosidad, la ansiedad, me llevó a preguntar que quién leía un periódico aragonés en aquel rincón del final de la tierra y la respuesta fue que un suscriptor que se llamaba Chesús Bernal y también estaba de vacaciones.

De aquellos días, recuerdo que Chesús dedicaba parte de su tiempo a estudiar y conocer el nacionalismo galleguista de la izquierda, a hablar entre otros con Camilo Nogueira, uno de los fundadores de Esquerda Galega que se fusionaría con el Partido Socialista Galego para terminar unos años más tarde en el Bloque Nacionalista Gallego (BNG).

Ese trabajo de campo tenía su explicación porque ese mismo año acababa de poner junto a otros compañeros la semilla de Chunta Aragonesista (Cha) que daría sus primeros frutos en 1995 cuando, en medio de una explosión de alegría, entraron en las Cortes de Aragón con dos diputados.

David, nuestro hijo, tenía entonces 8 meses. Fueron sus primeras vacaciones de verano en aquellas playas al abrigo del mar, envueltos en aquellos atardeceres serenos e interminables, en aquel estuario en el que desemboca el río Castro. Tierra de migrantes que se agarraban a la barra del bar con una tristeza infinita, que lloraban cuando llegaba el día de regresar a Francia, a Suiza, a Alemania.

Nunca olvidaremos que, cuando David desapareció abruptamente de nuestras vidas a los 16 años una noche de primavera –“la vida cambia en un instante. Te sientas a cenar, y la vida que conoces se acaba” (Joan Didion, “El año del pensamiento mágico”)- y braceábamos como náufragos aturdidos y derrotados, Chesús y Elena nos invitaron a cenar a su casa de Garrapinillos a Dolores, a Sabina y a mí. Ese recuerdo de calor familiar, de cercanía, de solidaridad entre niños, de humanidad, no lo olvidaremos nunca porque nos ayudó a seguir adelante.

Chesús también era de la generación del cola-cao y de los héroes que llegaron y pisaron por primera vez la luna, cuyo cincuenta aniversario se conmemorará el próximo mes de julio. Me quedo con el sentimiento especial de haberle conocido pero, además, esos días le abrazaré mirando fijamente al cielo.

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Los límites del crecimiento

Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea

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Los límites del crecimiento” es el título de un informe del Club de Roma, presentado en 1972 y considerado uno de los textos fundacionales de la conciencia medioambiental mundial.  Aunque es indudable que se han hecho avances desde entonces, llama la atención cómo, no solo se ha seguido con la línea ascendente de consumo de recursos naturales y de emisiones contaminantes de todo tipo, sino cómo se acentúan todas las lógicas que llevan al colapso medioambiental: deslocalización, globalización, transporte…todo ello asentado sobre costes bajos de la energía fósil, emisiones galopantes de CO2 y un clavo detrás de otro en el ataúd del cambio climático.

Uno de los factores clave por los que no se avanza verdaderamente en solucionar esta cuestión, es por el hecho de que nadie se siente realmente concernido.  Como he escrito en alguna otra ocasión, todo el mundo piensa que lo del cambio climático es responsabilidad de otros, y nadie cambia su statu quo, o su modo de vida, o sencillamente su modo de hacer las cosas. Este enfoque se aprecia muy bien, a mi entender, en territorios rurales que se sienten “abandonados” muchas veces por la Administración o por los “políticos”, y por tanto construyen sobre ese victimismo un supuesto derecho a contaminar o a perjudicar al medio ambiente, en aras de un “desarrollo” que “se merecen”.

Viene todo esto a cuento de la preocupación con la que observo el implacable avance de la ganadería intensiva de porcino en mi tierra, en Aragón, pero no solamente allí.  Las noticias, (que aparecen en la prensa con un tono triunfalista, de cientos de empleos, enormes crecimientos y capacidades productivas), a mí me asustan cada vez más.  Algunos ejemplos:

  • El Grupo Jorge, que ya sacrifica 7 millones de cerdos en España, y que invertirá 135 millones de euros en Zuera para ampliar su capacidad productiva; ergo, para pasar a matar 800 cerdos ¡¡por hora!! Eso sí, dice que creará 20.000 empleos (la calidad de los mismos, ya es otro tema…).
  • En Binéfar se está construyendo el mayor matadero de porcino de Europa, con capacidad para “procesar” (léase matar) ¡¡30.000 cerdos por día!! Eso sí, creará también 1600 empleos…que no sé de dónde vendrán (en la comarca de La Litera hay del orden de 650 personas en paro, no más).
  • En Épila (Zaragoza), la empresa BonÀrea va a invertir 191 millones de euros para construir una plataforma agroalimentaria que dará servicio a la mitad norte de España, y que incluye cuatro mataderos (porcino, pollos, pavos y rumiantes)… Eso sí, se crearán 4000 empleos, dicen.

Puedo comprender la ilusión de la gente que busca un trabajo, e incluso la ilusión de ciertos responsables políticos, ante la perspectiva de unos proyectos que generan empleo en territorios rurales donde no sobran las oportunidades.  No obstante, hay algunas cosas que me inquietan, y sí querría compartirlas con los lectores.

Para empezar, estos mega-proyectos se encuentran muchas veces, en zonas poco rurales: Zuera está a 26 kilómetros de Zaragoza, Épila a unos 40 kilómetros, y la mayor parte de los trabajadores vendrá y se desplazará desde la ciudad de Zaragoza, no contribuyendo por tanto a una fijación de población en el medio rural, como se nos quiere dar a entender.

La cadena de impactos ambientales es brutal: se cultiva de manera intensiva cereales (cebada), y se complementa con toneladas de soja y maíz transgénicos del otro lado del océano (Canadá, USA, Brasil…).  Con ellos se alimentan cabañas ganaderas que producen excrementos equivalentes al de enormes urbes.  Y seguimos, realmente, sin saber qué hacer con los purines: las comarcas de Aragón con mayor presencia de porcino (Litera, Cinco Villas, Matarraña, Maestrazgo…) siguen siendo “zonas vulnerables”, de acuerdo con la Directiva europea en la materia; la UE sigue dedicando millones de euros a proyectos de investigación que no consiguen resolver el problema,  y las grandes multinacionales holandesas, danesas, alemanas o catalanas terminan deslocalizando la producción hacia zonas con amplio territorio, como forma más sencilla y barata (“uberizada“) de seguir produciendo sin tener que “resolver” el tema de los purines.

Pero la cadena de impactos no se detiene aquí: la ganadería aragonesa de porcino produce del orden de 350.000 toneladas anuales de metano, un gas con un efecto invernadero 23 veces más potente que el CO2.  A estas cifras tenemos que añadir el transporte: empezando por los cientos de camiones que cruzan el territorio para transportar cerdos (del nacimiento al cebo, y del cebo al matadero), para transportar producto terminado (hasta 1300 camiones al día, solo para el caso de Épila antes mencionado)…llevándolo a continuación en barco (refrigerado) hasta China, o hasta Rusia, o quién sabe dónde…No pongo cifras de las toneladas de CO2 que todo este trasiego genera, pero ya se pueden imaginar lo mareantes que pueden resultar.

Al impacto ambiental se une el impacto sobre la salud: todo este entramado se sostiene sobre la base de incitar y promover el sobreconsumo de carne, de proteína animal, muy por encima de nuestras necesidades fisiológicas.  Esto tiene consecuencias sobre nuestra salud, en forma de enfermedades cardiovasculares, obesidad, colesterol, etc., con el consiguiente gasto sanitario y social.  Y además exportamos este modelo y este problema al resto del mundo.

Finalmente (last but not least), está el impacto ético: reconozco que cada vez me resulta más estomagante (por utilizar un adjetivo suave) pensar en esa cantidad de animales engordados, transportados y matados en cadena…Hablamos de que, hoy en día, somos capaces de matar en Aragón 18.000 cerdos al día (¡¡750 cerdos por hora!! ), pero es que todos los planes que hay en marcha plantean triplicar esa cantidad en 2020… Creo que este aspecto no es ni mucho menos desdeñable, y que, casi en la tercera década del siglo XXI, merece una reflexión profunda.

Por supuesto, y a su vez, todo este sistema se sostiene sobre los bajos precios de la energía fósil que permite importar materias primas desde un lado del mundo, producir el pienso, engordar, procesar y reenviar el producto acabado a otro lado del mundo.  Y se sostiene también sobre la especulación de precios del producto final, o el mercado de futuros de los cereales en Chicago, convirtiendo la legítima idea de nutrir a la gente con carne de calidad en un gigantesco negocio financiero, cuya parte más débil es además el pequeño productor que está en un pueblo de Teruel o de Huesca…Parafraseando a Annie Leonard, me pregunto: ¿no podríamos, sencillamente, parar?

Si me pregunto eso, me llamarán enemigo del progreso, enemigo de mi tierra; que no quiero que haya empleo, o que quiero que los pueblos se vacíen y sean parques temáticos para urbanitas; me llamarán hipócrita porque no dejo de comer carne (aunque coma mucha menos…).  También, me dirán que, si no lo hacemos nosotros, serán otras regiones las que tomen esta iniciativa con el porcino y se lleven los beneficios, así que…adelante con ello mientras dure…

Parece que nadie, o casi nadie, se está preguntando nada.  Aragón -y otros territorios- ha optado por dedicarse a una de las agroindustrias más sucias.  No es el único ejemplo de industria sucia y dependiente del exterior, que un día puede acabarse de repente.  Antes de que eso sucediera y llegaran las lamentaciones y los reproches, me gustaría, francamente, que mi tierra (con minúscula) mostrase algo más de imaginación y de empatía con la Tierra (con mayúscula), a la hora de diseñar su futuro.

 

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Conclusiones del XX Congreso de Periodismo Digital

Las conclusiones del XX Congreso de Periodismo Digital, presentadas por Darío Pescador antes de la clausura del encuentro, son las siguientes:

Todos somos sabios a toro pasado. Un poco más difícil es ser sabio antes de que nos pille el toro. Mi maestro y amigo, Pepe Cervera, a quien tanto echamos de menos, ya advirtió en el primer Congreso de Periodismo Digital de Huesca en qué consistía el cambio que teníamos encima.

En aquel congreso, y en los que siguieron, no dejó de repetir dos ideas muy claras. Por un lado, que los medios de comunicación ya habían perdido de hecho el control de la información. Por otro, que los periodistas, y toda la sociedad, tenían una oportunidad única para retomarlo.

Internet es un invento que permite, por primera vez en la historia, que cualquier ser humano se comunique con otro instantáneamente, en cualquier lugar. ¿De verdad alguien creía que esto no iba a cambiar la faz del planeta para siempre?

Veinte congresos más tarde, la principal fuente de información en la tierra son las redes sociales. La comunicación ya no es de masas, sino interpersonal, y las masas son las que controlan el medio. Pero ¿quién controla a las masas?

En España el 36% de la información se consume a través de WhatsApp, un gran agujero negro donde la audiencia es un misterio, y que presenta la misma oportunidad para que un periodista dé una noticia, que para que políticos y poderes fácticos introduzcan desinformación, inciten al odio y publiquen datos falsos, disfrazados de mensajes en cadena que termina pasándote tu cuñado.

La reacción de los medios de comunicación ha sido producir más noticias, más rápido, o como ha dicho la periodista Marta Peirano, por encima de nuestras posibilidades. Metidos en una carrera para embutir más mensajes más cortos en la cabeza de una audiencia sin tiempo, con el tuit como medida tanto del mensaje escrito como el hablado, y con cada vez menos medios, peores sueldos y más precariedad.

Multiplicar los impactos para atraer la atención del público es una batalla perdida, porque hay quien lo sabe hacer mucho mejor, y con intenciones mucho peores. Las granjas de trolls tienen más gente en plantilla que las mayores redacciones, y producen fake news personalizadas, diseñadas para ti gracias a los datos que extraen las propias redes sociales.

Mensajes que ya han modificado el curso de las elecciones en EEUU o el referéndum del Brexit. Una película hecha de fotos antiguas con mentiras nuevas, que muy pronto estará en todas sus pantallas.

En una inundación, lo primero que falta es el agua potable. En el mar de información en el que vivimos, nos faltan noticias creíbles. El presidente Trump ha mentido ya 7.200 veces, pero aun así el 90% de los estadounidenses piensa que son los medios quienes mienten sobre Trump.

Soledad Gallego Díaz, directora del diario El País, habló de la importancia de ganar en el frente de la credibilidad. De no permitir que otros marquen la agenda y el paso de las noticias. De dar información poderosa, importante y creíble.

Está la apuesta de las empresas de medios que se plantean, una vez más, cobrar por la información que producen. Veinte años después, los medios han aprendido que no todas las informaciones tienen el mismo valor. Ahora se enfrentan a la doble tarea de convencer al lector de que esa noticia vale dinero, y más importante, que es de fiar.

¿De verdad no te importa que te mientan? preguntaba Ana Pastor a la audiencia. Pero por desgracia la gente quiere creer mentiras, y es parte de la naturaleza humana rechazar de forma visceral todo aquello que contradice nuestras creencias.

Así llegan proyectos como Maldita o Newtral ofrecen un sistema de detección de bulos, sin amplificarlos ni pasarlos por alto, sino ofreciendo los hechos por los mismos canales por los que viajan las mentiras. Otros medios como Público abren la cocina de las fuentes para que sean los lectores quien pueda certificar por sí mismos la validez de las noticias.

En el camino para recuperar la credibilidad otros periodistas también intentan establecer una relación más estrecha con la audiencia a través de newsletters o grupos de mensajes, o el caso de los periodistas trotamundos, independientes o involuntarios, que cuentan las historias bajo su nombre y su mirada. Recuperando en definitiva un contacto cercano y cotidiano que en gran medida se había perdido.

En este congreso nos han recordado, una vez más, que los periodistas necesitan bajarse del púlpito y empezar a conversar. Que necesitan ser independientes, incluso dentro de sus medios, necesitan dejar que la verdad les sorprenda, porque esa es la esencia de su trabajo, porque al final, es lo único que pueden vender.

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