Carmen Romeo Pemán
Original en Letras desde Mocade
A Consuelo Peláez Sanmartín, de cuya mano recorrí los archivos de la Cruz Roja, y a Gloria Álvarez Roche, que me acompañó en los primeros pasos de este recorrido.
Una mañana de mediados de febrero de 1871, sobre las seis, se encienden las primeras velas del salón de doña Paula Orué, condesa de Montenegrón. Poco a poco van llegando las señoras de la Cruz Roja. Se sientan en las sillas, como todos los días, y comienzan con la sesión de costura.
Toda la estancia está llena de cajones con hilas, vendajes, lienzos, camisas, mantas y abrigos.
En una esquina Amalia Corso, la secretaria, cuenta y vuelve a contar el dinero de los donativos y colectas y piensa en voz alta:
—Es muy poco. Con esto no tenemos ni para empezar.
Mientras todas se afanan en la confección de hilas, se oye la voz de doña Paula:
—Ayer, como todas las semanas desde hace tres meses, enviamos cuatro cajones llenos de hilas y otros menesteres al Ejército del Norte, pero cada herido necesita hilas durante semanas, meses o años. Nuestros esfuerzos se pierden como una gota en el océano. Nos faltan manos.
Escasas noticias sobre las primeras mujeres de la Cruz Roja de Zaragoza
El seis de diciembre de 1870 se fundó la Asamblea de Zaragoza. Ese mismo año se creó la Sección de Señoras y doña Paula Orué y Bajos, I condesa de Montenegrón fue su presidenta. Nació como ayuda y complemento a la Sección de Caballeros. Como no tenían un boletín propio, solo conocemos algunos nombres, y no todos, mezclados con los de los socios, en las listas que publicaba La caridad en la guerra, la revista oficial de la Cruz Roja.
Además, en las Memorias de los Caballeros se contaban algunas andanzas de las damas. La prensa recogía las actuaciones de carácter extraordinario.
Desde el año 1874, La voz de la caridad, propiedad de Concepción Arenal, Secretaria General de la Cruz Roja, fue el órgano oficial de la Sección de Señoras de Madrid. Y allí fueron apareciendo noticias de las socias de las provincias.
Recuperar la memoria de estas mujeres no es fácil, porque a la escasez de documentos, tenemos que añadir lo difícil que es identificar a unas mujeres que siempre aparecen como “señoras de”. Y resulta paradójico que unas damas, que tanto brillaron en su tiempo, se quedaran en el anonimato, sepultadas bajo el apellido de unos maridos aristócratas y burgueses. En muchos casos, militares de alta graduación, médicos y farmacéuticos.
En los primeros momentos resultó clave la figura de Concepción Arenal (1820-1893), que diseñó el funcionamiento de los hospitales, en los que otorgaba un gran protagonismo a la Sección de Señoras.
Esta defensora de los heridos en las campañas, de los presos y de los pobres, animó a las mujeres a participar en la nueva institución. En La mujer del porvenir (1869), las alentaba a salir de sus casas, a ser útiles en la sociedad, educando a otras mujeres y atendiendo a los pobres. Y criticaba a las que se limitaban a los trabajos domésticos.
LOS PRIMEROS NOMBRES
He rescatado un puñado, pero estoy segura de que hubo más y de que alguien, con mayor tesón que el mío, o si el azar lo acompaña, podrá ampliarnos esta lista y aportar más datos a las biografías.
En junio de 1872, en La caridad en la guerra, aparecía la primera mujer de la Asamblea de Zaragoza: Ramona Lausín Cortés.
En marzo de 1873, entre los socios de número figuraban siete:
Excma. Señora Paula Orué de García, condesa de Montenegrón, presidenta y Vicenta Corso de Moreno, secretaria. Y además: Luisa García de Valero, Amalia Corso de Ortiz, Josefa Cartié de Villarroya, Martina Mur de Pérez y Manuela Ibáñez de Ríos.
En 1876, La caridad en la guerra añadía bastantes más. A continuación copio la lista en el orden que aparecía y respeto las erratas.
Silvestra Lascar (sic) de Marín, Mercedes San Juan de Fernández, Amada Jordán de Lisa, Presentación Abad de Heredia, Melitona de los Ríos Sánchez, Josefa Abad de Díez(sic),Justa Lisa de Santiago, Juana Aguirre de Coneja, Narcisa de Gorrochaves (sic), Pilar Lloscos(sic) de Cañizal, Marquesa viuda de Villafranca de Ebro, Teresa Moreno de Bueno, Ramona Oyarri (sic)de Iriarte, Teresa Lassala de Aberlí (sic), Condesa de Parcen (sic), Prisca San Martín, Concepción Biesa de García, Francisca Luzas de Valero, Marta Sanz de Ruiz, Dolores Ligre viuda de Escarraga (sic), Josefa Cartier de Villarroyo (sic).
¿Sabemos quién se ocultaba detrás de aquellos nombres?
Con estas listas confeccionadas de oído y llenas de errores y erratas, he intentado recuperar los dos apellidos y algún dato de sus biografías o de las de sus maridos. En muchos casos ni he llegado a documentarlos a ellos. Por lo tanto, tampoco a sus mujeres.
Era muy habitual que se inscribieran juntas madres e hijas, como Paula Orúe y su hija Luisa García. Amada Jordán de Lisa y su hija Justa Lisa de Santiago. Hermanas como las Corso o las Abad. Primas como Josefa Cartié y Teresa Lassalle Cartié. O amigas unidas por los mismos intereses, como las mujeres de los que habían participado en el pronunciamiento carlista de 1860 con el general Jaime Ortega Olleta.
Abbad de Orteu de Heredia, Presentación. (Estadilla, Huesca, 1826-¿?) Era hija de Teótimo Abbad y Escudero, IV barón de Torre de Arias, y de Josefa de Orteu y Altemir.
En 1846, se casó con Salvador Heredia y Godino, coronel, señor de La Penilla, natural de Graus. Vivieron en Estadilla, en la llamada casa Heredia. Tuvieron seis hijos, Vicente, Teótimo, militar y pintor, Salvador, Josefa, Concepción y Pilar. En 1868 se quedó viuda y por el testamento de su marido conocemos su gran patrimonio y el gran poder político social de esta familia.
Abbad de Orteu de Torrecilla, Josefa. (Estadilla, Huesca, 1835-Zaragoza, 1900). Entró en la Cruz Roja con su hermana Presentación. Se casó en primeras nupcias con Ángel Díaz Blanch, un viudo, propietario y vecino de Zaragoza que falleció en 1869. Josefa se volvió a casar con Antonio Torrecilla de Robles Burrero y no tuvieron descendencia.
Aguirre Goneaga de Coneja, Juana. Era la mujer del general Bernardo Coneja, destinado en Zaragoza.
En 1878 el general Coneja y don Serapio de Pedro y Heredia dispararon los cañones cuando Alfonso XII presenció las maniobras militares del campo de San Gregorio de Zaragoza. En 1896, le concedieron una pensión a su viuda, Juana Aguirre Goenaga.
Biesa de García, Concepción.
Cartié de Villarroya, Josefa. (1824-1887). Estaba casada con Juan Francisco Villarroya Millán (1807-1878), empresario zaragozano procedente de Pitarque, sobrino de Gaspar Villarroya. Estos dos Villarroya se convirtieron en la primera generación de una de las familias más influyentes en la vida zaragozana de la segunda mitad del siglo XIX.
Los descendientes de estos dos primeros Villarroya emparentaron con los de su socio, Tomás Castellano Sanz, y crearon una tupida red de parentescos. Las mujeres de esta familia, es decir, las Castellano, las Villarroya y las Sorogoyen ocuparon puestos importantes en la Cruz Roja hasta después de la Guerra Civil.En 1904 era socia Cecilia Casas, casada con Francisco Villarroya Cartié, presidente de la Cruz Roja. En 1919 María Jesús Sorogoyen Castellano fue secretaria de la Junta de Damas. Y en 1923 era presidenta la marquesa del Jaral, casada con Tomás Castellano Echenique.
Corso Sulikowski de Ortiz, Amalia. Amalia y Vicenta eran hermanas de los militares Alejo, Genaro y José María Corso Sulikowski. Los hermanos Corso Sulikowski, de Cariñena, estaban emparentados por línea materna con Tadeo Sulikowski, que en 1836 era un coronel defensor de la causa carlista.
Corso Sulikowski de Moreno, Vicenta. Primera secretaria de la Sección de Señoras de la Asamblea de Zaragoza.
SSMM han recibido en audiencia privada a la señora doña Vicenta Corso, esposa de don Antonio Moreno, ayudante del ex general Ortega y actualmente preso en Tortosa. La desolada señora fue a pedir por la vida de su esposo en caso de serle impuesta la última pena. (La Iberia, Madrid, 18/04/1860).
En 1860, detuvieron en Calanda al exgeneral Jaime Ortega Olleta, al magistrado don Tomás Ortega, a don Antonio Moreno y a don Francisco Cavero, el hijo de los condes de Sobradiel, por su participación en la conspiración carlista de San Carlos de la Rápita, conocida como la Ortegada. De Calanda los llevaron presos al castillo de Alcañiz y después a la cárcel de Tortosa.
García de Valero, Eugenia Luisa, II condesa de Montenegrón. (¿? Zaragoza-Zaragoza, 1899). Era hija de Paula Orué y Luis García. A su vez, su hija Rosario Valero y García heredó el título y fue la III condesa de Montenegrón. En lo sucesivo el condado siguió la línea masculina.
Luisa se casó con Ángel Valero de Bernabé y Algora (Épila, 1830-Madrid, 1897), de una de las familias nobles de Aragón. Con este matrimonio pasó a ser conde Montenegrón y se relacionó con lo más exquisito de la sociedad aragonesa. En 1873, él y su mujer se hicieron socios de la Cruz Roja.
En 1888 Luisa García de Valero asistió con un vestido de raso blanco al té que los señores Castellano ofrecieron en su casa con motivo del viaje de Cánovas del Castillo a Zaragoza. (Cfr. La época, 22/10/1888).
En la cabecera de la esquela de Ángel Valero figuraba una larga lista de títulos: conde de Montenegrón, senador vitalicio, gentilhombre de cámara de SM con ejercicio, caballero de gran cruz de Isabel la Católica, maestrante de Zaragoza, exdiputado a cortes, expresidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, exdirector de la Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza, licenciado en derecho.
Conocemos bien las biografías de los varones consortes de las condesas de Montenegrón, pero sabemos muy poco de ellas, cuyas vidas se quedaron en la sombra de sus maridos.
Gorrochaves, Narcisa de o Gon Dollonder, Narcisa.Puede haber una errata en el nombre. “Se ha concedido la pensión de viudedad a doña Narcisa Gon Dollonder”. (El Correo Militar, 02/01/1892). Es la única Narcisa que aparece en las pensiones militares de esos años.
Ibáñez de Rios, Manuela. Era la mujer de Ramón Ríos y Blanco (Benabarre, Huesca, 1834-Zaragoza, 1897), el fundador, en 1854, de la Farmacia Central de Aragón, con sede en el Coso número 33. Fue una de las primeras farmacias centrales de España. En la década de los 70, Ramón Ríos impartió clases a Santiago Ramón y Cajal.
Jordán y López de Lisa, Amada. (Zaragoza, ¿?-1883). Estuvo casada con Gregorio Lisa Balduque. Fueron padres de Jacinta Lisa y Jordán, fallecida en 1889 y Justa Lisa y Jordán de Santiago, que entró en la Cruz Roja con su madre.
Lascar (sic) de Marín, Silvestra.
Lassalle Cartié de Averly, Matilde (¿?-Zaragoza, 1903). Era la mujer de Antonio Averly Francón (Lyon, Francia, 1831-1910) un ingeniero civil y famoso industrial aragonés, procedente de una saga de empresarios de Lyon y tuvieron dos hijas: Ana que se casó con el marqués de Morella, hermano del duque de Espartero, y Luisa con el IV duque de la Victoria.
Desde su establecimiento en Zaragoza se relacionó con los empresarios aragoneses y con las instituciones económicas. Se preocupó por mantener una presencia activa en la Cámara de Comercio y en los casinos. Las construcciones metálicas decorativas le sirvieron para afianzar su prestigio y para relacionarlo con el mundo de los artistas.
Lausín Cortés, Ramona. (Puebla de Híjar, 1832-Escatrón, 1891). Era hija de Matilde Cortés (1808-1835) y Mariano Lausín García (Zaragoza, 1806-Ricla, 1866), administrador del ducado de Híjar y secretario de Ricla. En 1872:
Se nombró socia de mérito y delegada a la señora doña Ramona Lausín y Cortés para formar en ese punto de la provincia de Zaragoza una Subcomisión de Señoras de la Caridad. (La Caridad en la Guerra, julio, 1872).
Ramona se casó con Inocencio Díaz natural de Alcañiz, de quien se divorció en 1862. Después vivió con Luis Olazo. En 1866 ya residía en Escatrón. No tuvo descendencia. En 1883 otorgó testamento ante el notario de Sástago don Pantalión Loctal.
Ligre, viuda de Escárraga, Dolores.
En el padrón de 1892, figuraban Mariano y Tomás Escárraga Galindo, que podrían ser sus cuñados.
Lisa Jordán de Santiago, Justa. Entró en la Cruz Roja con su madre, Amada Jordán. Se casó con un militar, probablemente con Leonardo de Santiago y Moreno, entonces destinado en Zaragoza. Esto me lo sugiere el apellido Moreno, que la emparentaba con Teresa Moreno de Bueno y con Amalia Corso de Moreno.
Loscos Atué de Cañizal, Pilar. Era una dama de la burguesía adinerada de Zaragoza. Su madre, María Atué, viuda de Loscos, figuraba entre los compradores más importantes de grano y paja de la ciudad. Pilar se casó con Francisco Cañizal Olavaria ( -1872), un brigadier que luchó en Cuba, a quien debían su nombre los Tercios de Cañizal. Su hermana, Teresa Olavaria de Orué, era pariente de Paula Orué,
Luzas Montfort de Valero, Francisca. Era hija de Pantaleón Luzás de Forton (Albelda, 1804-¿?), un abogado de Fraga que llegó a ocupar altos puestos políticos, y de Francisca Montfort Barber, del noble abolengo fragatino. Se casó con Francisco Valero de Bernabé, militar. Por lo tanto, Pilar Luzas era cuñada de la II condesa de Montenegrón,
Moreno de Bueno, Teresa. Hermana de Antonio Moreno, el ayudante de Ortega, y cuñada de Vicenta Corso.
Mur de Pérez, Martina. No he encontrado ninguna noticia que hable de ella. Pero sí de sus dos hijas, Pilar Pérez Mur (Zaragoza, 1870-1886), que falleció a los dieciséis años, y de Fermina Pérez Mur, que se casó con el periodista Juan Sancho y Serrano, redactor del Diario de Zaragoza.
Orué y Bajos, Paula, I condesa de Montenegrón. (Vitoria, 1802–1880). Era hija de Bernabé Orué y de Juliana Bajos. Fue la primera presidenta de la Sección de Señoras de Cruz Roja de Zaragoza y se rodeó de damas de su círculo familiar y social.
Desde 1861, perteneció a la Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa. Estuvo casada con José de Goicoechea, intendente del ejército de Castilla y teniente coronel en Valencia, que luchó en la Primera Guerra Carlista.
Cuando se quedó viuda se casó con Luis García y Miguel de la Calle (El Ferrol, 1802-Barcelona, 1863), que también participó en la Primera Guerra Carlista. Además fue Capitán General de Aragón y Jefe de Estado Mayor del Ejército en África.
En una necrológica que publicó la prensa nacional, se decía que el señor García Miguel había sido enterrado en Épila en el panteón de la familia Valero, que dejaba una hija y que estaba casado con una señora vascongada, digna por sus virtudes, finura y amabilidad de tan excelente compañero. (La España, La Época, El Lloyd Español, La Correspondencia de España).
En 1963 Paula Orué recibió el título de I condesa de Montenegrón, por la hazaña militar de su marido que forzó el paso de Monte Negrón después de la batalla de Castillejos (1860). Además había sido uno de los firmantes de la Paz de Tetuán. Los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, encargados de fundar la Cruz Roja en Zaragoza, le regalaron, “al general negociador” una corona de plata que llevaba los símbolos de la victoria y de la paz. Dada la controversia que suscitó la Primera Guerra de África, este título fue alabado por unos y muy criticado por otros.
En 1874, en el curso de la Tercera Guerra Carlista, la condesa de Montenegrón acudió a una entrevista con Sagasta para solicitar el canje de prisioneros en las Guerras Carlistas. Entre todas las presidentas de España llevaban más de dos mil firmas que las respaldaban. (La Correspondencia de España, 21/12/1874, y La Discusión, 30/12/1874).
Oyarvide de Iriarte, Nicolasa Ramona. Estuvo casada con el brigadier carlista Remigio Iriarte (¿?-Pamplona, 1888), hijo León Iriarte, un coronel isabelino que se pasó al bando carlista y que 1837 fue fusilado en la ciudadela de Pamplona por el general Espartero.
Su hijo, Ciriaco Iriarte Oyarvide ocupó importantes cargos militares, sobre todo en la la dictadura de Primo de Rivera. Su hija Rafaela Iriarte Oyarvide se casó con Santiago Díaz de Ceballos.
Parcent, Condesa de. Peregrina Juana Cortés y Valero (Valencia 1822-Ávila, 1891), fue la segunda mujer José de la Cerda y Gand (1817-1870), octavo conde de Parcent, grande de España. Estaba emparentado con la casa de Medinaceli, con los condes de Bureta y con los Palafox.
Peregrina Juana brilló en las relaciones sociales. En su palacio se hospedaron los reyes y el obispo de Ávila, Fue madre de tres hijos: Luis, conde de Ribagorza y de Gurrea, Juan, vizconde de Gand, y Constantina Inocencia, marquesa de Fuente el Sol.
Prisca San Martín. Pudo ser la mujer del conservador Gregorio San Marín.
Ríos Sánchez, Melitona de los. En 1912 aparecía su nombre en una lista de suscriptores para pagar la bandera del Acorazado España. El uso de los dos apellidos nos hace suponer que en esa fecha estaba soltera. En 1860 Fernando de los Ríos Acuña, sobrino de Antonio Ríos Rosas, era gobernador civil de Zaragoza.
San Juan de Fernández, Mercedes.
Sanz de Ruiz, Marta.
Villafranca de Ebro, Marquesa viuda de. En la Guía Oficial de España de 1876, figuraba como marqués de Villafranca de Ebro, Francisco Lorieri e Iñiguez. Su mujer pudo ser una Latorre, de la familia de los Montemuzo.
Para terminar
No deja de sorprenderme que las primeras mujeres de una institución tan solidaria fueran de alta cuna, procedieran de un núcleo restringido y pertenecieran a una clase social de ideas conservadoras. Estas primeras damas estaban muy unidas entre ellas por una tupida red de parentescos y de cercanía social. En su ambiente no tenían cabida las mujeres de la clase media ni las trabajadoras.
Estas señoras aristocráticas y mujeres de militares de alta graduación entendieron la caridad como una actividad apropiada para su alcurnia y como una prolongación de sus prácticas religiosas. Además era un medio para relacionarse con las de su clase e incluso para su lucimiento personal.
Estas socias de mérito estuvieron muy activas en la retaguardia de la Tercera Guerra Carlista. No fueron al frente de batalla ni participaron en las tareas hospitalarias, pero su labor resultó decisiva en la organización de las primeras ambulancias, en el canje de prisioneros y en la solicitud de indultos. También consiguieron noticias de soldados desaparecidos y los pusieron en contacto con sus familias.
Me he propuesto rescatar sus nombres, porque asentaron las bases de lo que después fue el trabajo organizado de las mujeres en la Cruz Roja.
Desde unasposturas muy lejanas a las nuestras, abrieron el camino que lleva a tantas y tantas mujeres anónimas que entregaron, y siguen entregando, lo mejor de sus vidas al servicio de los demás. El voluntariado femenino comenzó con las que se dejaron la piel atendiendo heridos en los hospitales de campaña y continúa con las voluntarias que se la siguen dejando en los conflictos actuales.