OPINION

Hora Bruja/Mi abrazo con Antonio Gaudí

Texto: Blog de Manuel Español
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Mientras la Argentina que quiero ha entrado en el otoño, el invierno ha dado sus últimos pasos en esta Europa Nostra, se nos ha ido oficialmente, y aunque con mucha lluvia, ha hecho su aparición esa señorita que la sangre altera y agita la imaginación y que se llama primavera. La más bella explosión de colorido ya ha realizado con timidez sus primeras apariciones, con almendros en flor que alegran nuestros paisajes, con campos pletóricos de verdor, con montañas que hacen más bello su azul.

Es tiempo en el que se activa la imaginación que sale de nuestras propias profundidades, pero también la nostalgia que llega a apoderarse de los pensamientos. Acabo de regresar de León y el personaje, el arquitecto, el artista Anton Plàcid Guillem Gaudí i Cornet (Antonio Gaudí), que siempre ha dejado en mi una estela de seguimiento incondicional a pesar de las generaciones que nos separan físicamente, se me ha vuelto a introducir ahora aun con mayor fuerza como si de una aparición se tratase, y ha revolucionado aún más este revoltijo mental que me inunda aportando también las necesarias dosis de imaginación y locura, aspecto este último que igualmente converge en una admiración, puede que desbordante, pero muy sincera.  Catalán universal (Reus 25 del 6 de 1852/+Barcelona 7 del 6 de 1926), conforme fui creciendo en mis todavía escasos conocimientos artísticos, este Gaudí irrepetible abría las huellas más impactantes que ya no habrá quien las haga desaparecer.

Soy un enamorado del Parque Güell donde he pasado horas y horas y horas enteras muy deliciosas, de la Casa Batlló, de la Casa de la Pedrera, entre otras de sus increíbles obras barcelonesas. Ahora en León he disfrutado de esa maravilla que es “Casa Botines”, y ha sido allí donde he cumplido uno de mis íntimos deseos: el abrazo sentido al genio, es decir, a la escultura que le representa sentado en un banco tomando apuntes de dibujo frente al edificio obra suya. La obra es de un hierro físicamente frío, aunque bien trabajado, pero que me inspiró sensación de calor humano hacia quien debió de trabajar como delineante para poderse pagar los estudios de Arquitectura. Resultaba evidente que sus recursos económicos no eran suficientes, si bien para él el dinero no primaba especialmente en su escala de valores.

La imaginación combinada con el sentido artístico más depurado, no tenía límites. Al trabajar en sus obras tenía tan concretas las ideas de lo que esperaba de ellas, que en su mente trazaba todos los detalles, que se conocía tan de memoria que no era habitual en él confeccionar los planos para seguir sus trabajos.

Como mucho, confeccionaba bocetos a base de esculturas que iría plasmando en la realidad más original. Así sucedió, por ejemplo, en el Palacio Episcopal de Astorga (León), que también he tenido la oportunidad de visitar estos días atrás, que se inició a petición de un obispo nacido en Reus y amigo personal del artista. Como el prelado murió antes de la conclusión y el arquitecto reusense tuvo desavenencias con el cabildo, éste abandonó las obras que fueron terminadas entre 1907 y 1915. Hoy en día, el mencionado Palacio, que es sede del Museo de los Caminos dedicado al Camino de Santiago, es la admiración artística de la ciudad leonesa con muchos miles de visitantes al año.

Desde su adiós a Astorga, Gaudí se dedicó por entero a la Sagrada Familia, que llegó a ser calificada como la Catedral de los Pobres, y allí instaló su residencia barcelonesa. Era tal la penuria económica por falta de presupuesto, que hasta el propio arquitecto llegó a salir a la calle a pedir limosna para poder garantizar la continuidad de los trabajos. Un día aciago, el 7 de junio de 1926, un tranvía de la Ciudad Condal le atropelló con resultado de muerte. Tenía 73 años y tardó mucho en recibir socorro. Para los testigos era un perfecto desconocido dado su aspecto de mendigo.

Este fue el triste final de un de una persona de renombre mundial. Siete de los edificios por él ideados, fueron designados por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad. ¿Es o no es para sentirse feliz poder dedicarle un abrazo a su escultura de hierro en León frente a “su” Casa Botín?