En estos días se está produciendo el paso migratorio prenupcial de grullas desde tierras extremeñas hacia los países del norte de Europa, donde crían.
La llamada de la naturaleza, que impulsa a estas aves a volver a sus zonas de reproducción, y una ligera recuperación en los niveles de agua de la laguna de Gallocanta, están haciendo posible que el cielo de la laguna situada entre las provincias de Teruel y Zaragoza vuelva a recobrar la normalidad propia de estas fechas en cuanto a la población de aves, no así en cuanto a la extensión de la lámina de agua.
El 90 % de las grullas que siguen la ruta migratoria occidental pasa habitualmente por la Laguna de Gallocanta, lo cual supone un total de unas 200.000. El paso suele ser escalonado, pero durante toda esta semana el movimiento de idas y venidas está siendo masivo.
Como ejemplo, el censo realizado el pasado jueves día 23, en el que se contabilizaron casi 70.000 grullas. Por la mañana abandonaron la laguna unos 14.000 ejemplares, pero por la tarde llegaron del orden de 55.000. Se espera que durante los próximos días sigan el mismo patrón, hasta completar el total de la migración, rompiendo la tendencia de estos últimos meses dónde la falta de una lámina de agua que garantizase su seguridad había provocado la ausencia en el cielo de las siluetas de esta emblemática especie en el entorno de la Reserva Natural Dirigida de la Laguna de Gallocanta.
La máxima zona inundable se extiende sobre 26,5 kilómetros cuadrados aunque en los últimos años en muy rara ocasión se ha alcanzado la mitad; es más, entre los meses de abril y diciembre de 2017 la laguna ha estado completamente seca, salvo algunas escuetas zonas de encharcamiento muy somero.
Las precipitaciones de febrero han hecho regresar el agua a esta zona endorreica en la que ya es visible una muy pequeña laguna. Lo que parece suficiente para que la biología regrese a sus flujos estacionales de especies migratorias.