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Dos maneras (más) de acercarse a los impuestos

Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea

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En otras ocasiones, ya hemos hablado en este blog sobre fiscalidad y zonas rurales, cómo algunos consideran que la fiscalidad vigente es un lastre para las zonas rurales, máxime a la vista de los servicios públicos, equipamientos e infraestructuras de los que luego se dispone en dichas zonas.  Hemos sostenido que la fiscalidad ha de estar vinculada a la renta, la cual, está vinculada a los individuos y no a los territorios.  No obstante, volvemos a sacar a colación el tema porque, en el lapso de pocos días, han sido presentadas dos propuestas sobre fiscalidad, de origen y contenido muy diversos, que aspiran a tener influencia sobre las áreas rurales.

Una de las propuestas es el Informe sobre fiscalidad diferenciada, elaborado por la Red SSPA, de Regiones Despobladas del Sur de Europa (lobby que agrupa las organizaciones empresariales de Soria, Teruel y Cuenca).  La otra es una propuesta sobre fiscalidad ambiental, elaborada por las principales organizaciones ecologistas/ambientalistas españolas (Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Seo-Birdlife y WWF).  Dado el diferente origen de las organizaciones, cabe esperar notables diferencias de enfoque y de conclusiones.

He de reconocer que esperaba con cierta expectación el informe sobre fiscalidad diferenciada; en primer lugar, porque tengo serias dudas del componente de equidad que pueda introducir dicha fiscalidad: ¿es que es justo “bajarle” los impuestos a alguien que “tiene dinero” solo porque vive en una zona rural? ¿y al que no tiene dinero, pero vive en una ciudad, no se lo perdonamos…?  En segundo lugar, tenía curiosidad por ver los argumentos que se utilizaban cuando, por ejemplo, un reciente estudio de la Universidad de Zaragoza venía a concluir que no hay evidencia de la capacidad de los impuestos para fijar población.

Mi expectación se ha visto defraudada: el Informe vuelve a insistir en el carácter supuestamente “ultra-periférico” de la España interior (como ya viene haciendo, desde hace años, el movimiento “Serranía Celtibérica”, que tanto habla de la “Laponia del sur de Europa”), para a continuación glosar el régimen fiscal de una región ultraperiférica como Canarias, dando a entender que ese régimen fiscal es beneficioso para las Islas y para su desarrollo.  Sin embargo, me temo que la realidad es bastante más tozuda: el régimen fiscal especial de Canarias tiene más que ver con su pasado como puerto franco, que con una apuesta concreta por el desarrollo territorial; Canarias se ha visto beneficiada de millones y millones de euros, en su condición de territorio “Objetivo 1” de los fondos FEDER, y de Región Ultra Periférica de la UE, y a pesar de ello, sigue siendo uno de los territorios con menor renta y mayor tasa de paro (un 20%, que llega al 37% entre los jóvenes) de toda España.  Ello nos habla de problemas estructurales muy serios de la economía y, sin entrar en mayores profundidades, evidencia la escasa capacidad del régimen fiscal, no ya para revertir, sino ni siquiera para amortiguar dicha situación.  Y lo mismo -prácticamente- vale decir para Ceuta y Melilla, puestos por los autores como ejemplos de aplicación de fiscalidad territorial diferenciada.

En última instancia, el Informe termina planteando una serie de deducciones no desdeñables (el 50% de la cuota del IRPF para la provincia de Soria, por ejemplo, o un 10% sobre las cotizaciones sociales que pagan los empleadores), y calcula mediante tablas input-output el impacto que pueda tener, cifrándolo que unos 267 millones de euros disponibles y unos 4000 empleos más…cifras muy significativas, pero…me temo que no sea así como funcione la cosa.  Sin entrar a valorar aspectos técnicos -que no domino-, esta propuesta me recuerda mucho a la de la famosa “Curva de Laffer”, aparato teórico muy querido por el neoliberalismo económico, y que viene a decir que, si se reducen los impuestos, el dinero “sobrante” se destinaría a consumo e inversión, generando un círculo virtuoso que llevaría al aumento del empleo y de la riqueza, y por tanto, a la recaudación global de impuestos, que no se habría resentido por una bajada de los impuestos: una especie de “cuento de la lechera” que aplicaron en su día Reagan y Thatcher, y que se ha visto desmentido por la realidad, generando déficits fiscales galopantes y aumentando las desigualdades

Como señalé en su día, me da la impresión de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y que hay quienes, aprovechando el debate de la despoblación, quieren sencillamente ahorrarse impuestos, obviando el debate del gasto público y de la gobernanza del mismo, donde hay mucho que decir.  No obstante, las cifras son lo suficientemente alentadoras como para ser sometidas a una revisión o análisis más profundo y, en su caso, plantear alguna fórmula concreta, con carácter experimental y fecha concreta de finalización.  El caso francés, con sus exoneraciones fiscales previstas en las Zonas de Revitalización Rural, podría servir de ejemplo (aunque se acerca más a la idea de “vacaciones fiscales” que a las de reducción sine die de los tipos impositivos sobre la renta).

Por su parte, una primera lectura del Informe sobre fiscalidad ambiental me produjo la impresión contraria: “Esta gente quieren freír a impuestos a las zonas rurales”, porque claro, uno ve lo siguiente:

  • Un aumento del impuesto de matriculación para gravar a los vehículos más contaminantes (pero sin tener en cuenta, por ejemplo, el papel que juega un 4×4 en las zonas de montaña, donde puede no ser un capricho);
  • Un Impuesto sobre el cambio de usos del suelo, que me recordaba bastante a las cesiones obligatorias a los Ayuntamientos en los procesos de urbanización (y que puede jugar precisamente, el efecto contrario, que los Ayuntamientos se conviertan en los primeros alentadores de los cambios de uso del suelo para “hacer caja”, como ya sucedió con el IBI en los tiempos de la burbuja inmobiliaria). Es decir, da la impresión de que se propone una herramienta fiscal para intentar suplir las carencias del planeamiento urbanístico.
  • Un impuesto sobre el impacto ambiental de la ganadería intensiva, impacto que es indiscutible, pero que se haría pagar a los titulares de las granjas…que ya sufren la uberización del modelo de integración ganadera, los márgenes cada vez más reducidos y, además, tendrían que pagar este impuesto, en un entorno en que muchas veces una granja de pollos o de porcino es la única fuente de empleo disponible. Recordemos que, por ejemplo, el coste de la gestión del purín ya se hace recaer sobre los titulares, que son el eslabón más débil de la cadena, mientras las grandes integradoras eluden su responsabilidad.
  • Por si no se “castiga” lo bastante al sector primario, se propone también el Impuesto sobre la Pernoctación, destinado a gravar las actividades y establecimientos que impactan sobre el medio ambiente (o se benefician del mismo): y esto incluye “Establecimientos hoteleros, los apartamentos turísticos, los campings y los establecimientos de turismo rural (…), los albergues de juventud, y (…) las viviendas de uso turístico”. Vamos, casi cualquier forma de alojamiento turístico, con cualquier grado de ocupación y de manera distinta de la “tasa de pernoctación” que ya pagan muchos usuarios de los establecimientos turísticos.
  • Y está también el impuesto sobre la caza y el impuesto sobre las actividades extractivas mineras…vamos, que casi cualquier actividad que se haga en el medio rural va a ser objeto de impuesto…

A la vista de eso, puedo entender -y no me gusta-, la famosa “brecha rural-urbano” que muchas veces se denuncia, esa idea de que el ecologismo es una idea “urbanita” y que tiene poco que ver con los problemas cotidianos de la gente de los pueblos…Creo que, aunque bien intencionada, esta propuesta fiscal adolece de un cálculo más ordenado de las consecuencias que puede tener su aplicación para muchas zonas rurales, y de un desequilibrio entre la forma en que se grava el modo de vida “urbano” y el”rural”; tal vez, falta “pulir” muchas de las propuestas y plantear otras que pueden tener un mayor impacto socio-territorial: un “céntimo de la gasolina” dirigido a financiar actuaciones en zonas forestales que fijan carbono, la recuperación y actualización del efímero canon sobre la producción eléctrica, o trabajar de manera más afinada en los Pagos por Servicios Ambientales, sobre los que hemos hablado en otras ocasiones…

Un debate muy amplio, muy rico, cuyas aportaciones son siempre interesantes, y del que seguiremos hablando en el futuro.

 

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Ideas para un futuro sin carbón

Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea

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Hace unas semanas se ha puesto fecha al tan anunciado cierre de la central térmica de Andorra: en junio de 2020.  Desde el anuncio, ha habido una sucesión de reproches y acusaciones, al tiempo que la sociedad se movilizaba (poco), ante una situación que veían venir y que parece acogerse con resignación.  En este blog hemos advertido en algunas ocasiones sobre toda esta cuestión, pero no es el momento de hacer valer las profecías, en plan “ya lo decía yo…”, sino de buscar soluciones realistas.

Justo hoy, también, las Cortes de Aragón se reúnen para crear una comisión, que ha de estudiar “alternativas” al carbón…a buenas horas, pero bueno, vamos a dejar que hagan su tarea.  No es que nos hayamos leído el pensamiento, pero ayer me vinieron a la cabeza una serie de ideas sobre el tema que, al menos, compartiré con los lectores, y de las que nuestros próceres pueden tomar nota, si lo consideran oportuno.

En primer lugar, creo que es imprescindible la transparencia: en una sociedad democrática que se enfrenta al reto de construir un futuro para un territorio, es necesario que todos sepamos, con luz y taquígrafos, qué ha pasado con todo el dinero público que se movido en torno a las cuencas mineras: cuánto ha consumido el plan MINER, a qué empresas, cuántas de estas empresas han cuajado y cuántas han cerrado ante el primer viento desfavorable; quién ha vendido la empresa una vez montada con dinero público y se lo ha llevado “crudo” sin que el erario público haya visto un euro de retorno; cuánto dinero se ha gastado en diferentes subvenciones al funcionamiento del carbón (a la extracción, al transporte), qué empresas se lo han llevado, cuántos puestos de trabajo han creado con ello; cuánto dinero se ha dedicado a prejubilaciones, cuánto se ha llevado la propia Endesa a lo largo de todos estos años…

Esta información es necesaria para exigir cuentas y responsabilidades a todos (administraciones, partidos, sindicatos y empresas); y para poder distinguir entre lo correcto, lo legal, lo ilegítimo y lo ilegal.  Para no repetir los errores del pasado.  En suma, para acometer la reconversión del territorio sobre bases de normalidad democrática y ética.

En segundo lugar, y por favor, no desmantelen la térmica.  Aprendamos de los errores del pasado: en 1982 se cerró la central térmica de Aliaga, que fue desmantelada.  El resultado es una ruina fantasmal, en un entorno natural de gran belleza y valor (el parque geológico), pero que no se puede visitar y no puede añadir valor y oportunidades a un territorio que tanto lo necesita.  Andorra cuenta con una chimenea de 343 metros, una de las estructuras más altas de España, ¿y vamos a desmontar esto, con el potencial que tiene? (desde un posible ascensor panorámico hasta concursos de escalada extrema…).  La central ha sido objeto de visitas por parte de institutos, universidades y público especializado, y se encuentra a una hora de la quinta ciudad de España… ¿Vamos a desmantelar algo que, aunque no esté en funcionamiento, es un aula magnífica sobre energía, naturaleza, medio ambiente y sociedad…?  ¿Vamos a gastar millones de euros en desmantelar lo que ya existe y tiene posibilidades, para luego volver a gastarnos más millones en construir “algo” que genere “atractivo” en el territorio…?

En tercer lugar, pensar más en los servicios y menos en la industria.  Incluso el vocablo “reindustrialización” es engañoso: eso implicaría que previamente ha habido industria, y no la ha habido: el sector minero-energético es básicamente un sector extractivo, primario, que saca carbón con una excavadora, lo transporta en un camión y a continuación lo quema en una térmica.  No hay transformación ni elaboración.  Por eso no hay oficios industriales, ni tradición, y por eso no se dan las condiciones objetivas para los asentamientos industriales.  Y por eso la mayor parte de los fondos MINER van a parar a Fraga, que nunca ha tenido una mina, pero es colindante con Mequinenza y tiene condiciones objetivas mucho más interesantes para cualquier industria (que va a lo que va, no a “hacer caridad” con un territorio).

Para ocultar esa ausencia de condiciones se ha recurrido y se sigue recurriendo a muchos “dragones” o explicaciones mitológicas: las malas condiciones de la carretera del Coll del Moro en la N-420 (esto lo he oído yo en una conferencia, se lo prometo), la elevación de aguas del Ebro (que no llega nunca…), la (falta de) autovía A-68…y se intenta compensar con mares de subvenciones a los activos fijos industriales, con un enorme coste para las arcas públicas, y una más que dudosa relación coste-beneficio: en la convocatoria de 2016, cada puesto de trabajo creado salía a 630.000 euros de subvención en activos fijos…

Tal vez la salida sean las empresas de servicios, vinculadas al turismo, a los cuidados, a la “economía de plata” (servicios a las personas de edad avanzada)… las inversiones son mucho menores (en torno a 100.000 euros por puesto de trabajo creado), son actividades muy intensivas en mano de obra (y entiendo que son empleos tan dignos como cualquier otro), y permiten abrir el abanico de empleabilidad, no sólo a los varones adultos que constituyen el grueso del sector minero-eléctrico, sino también a mujeres, jóvenes y otros colectivos.  Y se sigue estando a una hora de camino de la quinta ciudad de España y en el centro del cuadrilátero más desarrollado de la Península Ibérica.  El balneario de Ariño o la residencia de enfermos de Alzheimer de Martín del Río (durante muchos años, denostada y olvidada en los planes MINER) indican el camino a seguir.

Puestos a buscar dinero, un cuarto paso sería recuperar la nonata ITI de Teruel: una ITI es una Inversión Territorial Integrada, y ésta se define como “un instrumento de gestión que permite reunir los fondos de varios ejes prioritarios, y, de uno o varios Programas para implementar intervenciones multidimensionales e intersectoriales. Una ITI por tanto es un instrumento que facilita el apoyo a las acciones integradas en un territorio, permitiendo combinar la financiación vinculada a diferentes objetivos temáticos y a diferentes Programas apoyados por los diferentes Fondos Estructurales y de Inversión Europeos (EIE)”. Al hilo de la “moda” de las ITI, se habló de poner en marcha en Teruel una, “separando” 26 millones de euros de los FEIE que le corresponden a Aragón; eso fue en 2016, y no sé qué habrá sido de ese dinero, pero, si todavía no se lo han gastado, pueden plantearse asignarlo específicamente a la cuenca de Andorra. O, al menos, recuperar el concepto.

Finalmente, dos cosas más: participación y coordinación.  Lo primero es esencial, sobre todo, para dar voz a quienes han de ser los protagonistas del futuro de la comarca (jóvenes y mujeres), pero con los cuales no se cuenta; las discusiones sobre la reconversión son gestionadas por Administración, empresas y sindicatos, siempre o casi siempre un mundo de varones adultos, que imponen sus valores, su visión de las cosas y su modelo de desarrollo, que se ha mostrado muy limitado. Lo segundo, parece elemental, pero es que no se hace: sobre un territorio como el de Andorra confluyen el Gobierno central (Ministerio), el Gobierno regional, la Diputación provincial, la Comarca de Andorra-Sierra de Arcos y los Ayuntamientos. Confluyen fondos MINER, REINDUS, Incentivos Regionales, Fondo de Inversiones de Teruel, fondos FEDER y FEADER, programas LEADER, Agencias de Empleo y Desarrollo Locales y comarcales, un Parque Cultural, Sociedades Municipales para el desarrollo, y tal vez fondos provenientes de Endesa (como el antiguo PEAN)… Pues, o se ponen todos de acuerdo, diseñan una estrategia acertada y realista, la respetan y la llevan a la práctica, o simplemente se despilfarrará el dinero y el tiempo, y la gente se marchará de los pueblos mineros.

Dicho todo lo anterior, no tengo mucha confianza en que todo lo anterior se acometa.  Tal vez, si se hubiera hecho con anterioridad, no habríamos llegado al punto actual.  Pero, al menos, ponemos encima de la mesa ideas que son realizables.  La responsabilidad de ejecutar esas ideas, ya es de otros.

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La felicidad en las zonas rurales

Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea

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Hace varias semanas que no escribo en el blog, y que no hablo de despoblación. De hecho, empezaba a preocuparme la posibilidad de estar formando parte de esa cohorte de expertos en despoblación “que se encuentra uno hasta en la sopa”. Así que, visto que nuestras opiniones o visiones tienen un alcance o importancia limitadas, nos dedicaremos a bloguear sobre perspectivas menos trabajadas en eso que llamamos desarrollo local o rural.

Una característica de todo lo que ha venido rodeando el discurso en torno a la despoblación, a la España vacía y todo eso, es el tremendismo: hay quien pretende repoblar la España vacía, mientras al mismo tiempo la califica de “Laponia española”, de “zona cero de la despoblación”, de “enfermos terminales”, o mientras se deja caer que sus vecinos son alienados o algo peor…en resumen, dando ánimos y esperanza para que la gente -sobre todo la gente joven- se plantee algo parecido a un proyecto de vida allí…en fin.

Porque una cuestión que habría que plantearse es, sencillamente, ¿es feliz la gente que vive en las zonas rurales? Tal vez sean pocos, y cada vez menos, pero, ¿son felices quienes viven en esos “remansos asolados”, en esos pueblos de 100 o 200 habitantes, en rincones no especialmente paradisíacos, ni aparentemente atractivos, lejos de la ciudad y de casi todo…? Me da la impresión de que la lectura tremendista antes mencionada, plantea una visión muy negativa de las zonas rurales, como espacios sin futuro (porque no lo tienen/tenían, o porque se les niega/se les ha robado), y el corolario de este razonamiento sería que la gente que allí vive es infeliz, está “atada” a la tierra, y no se va porque no tiene otro remedio, no tiene dónde ir, o no tiene la fuerza de carácter como para tomar esa decisión, en una especie de darwinismo social que da a entender que emigran las personas de más iniciativa y valía, y se quedan los más torpes…

Igualmente, esa visión da a entender también que, en contraposición, existió un tiempo en que se vivía más feliz, en una especie de “Arcadia rural” donde el campo estaba lleno de campesinos felices que cultivaban la tierra y ordeñaban sus vacas y se alimentaban de sanos productos, y marcharon de allí expulsados por la economía de mercado, como Adán y Eva del paraíso (un discurso crepuscular, como lo son el fin del mundo gaucho en el “Martín Fierro” de José Hernández, o el final de la aristocracia rural de “Bearn o la casa de las muñecas”, de Llorenç Villalonga, o la “Balada de Cable Hogue”, de Sam Peckinpah). Si bien es cierto que la expulsión de la población campesina es un proceso buscado -como ya documentó Karl Polanyi en “La gran transformación”-, no es menos cierto que las condiciones objetivas de vida en los pueblos han sido siempre muy duras y, sin entrar en disquisiciones, era muy normal que mucha gente dejase su pueblo sin perspectivas y sin comodidades, para ir a vivir a una ciudad, donde trabajando ocho o diez horas al día (y no de sol a sol) se podía vivir en una casa con calefacción, comer tres veces al día y hasta ahorrar dinero para el futuro.

¿Y hoy? ¿en la España despoblada de hoy? ¿es feliz la gente que allí vive? ¿lo es más o menos que la gente que vive en las ciudades? ¿qué elementos los diferencian? ¿qué papel juegan las perspectivas materiales -trabajo, dinero, servicios públicos-, en la configuración de la felicidad? ¿basta la tranquilidad y el aire puro, para “ser feliz”…?

Fuera de España, un estudio realizado en 2014 en Escocia (que parece ser el “modelo a seguir” en esto de la despoblación) sobre casi 2500 individuos, arrojó datos muy interesantes (o que, al menos, ponen en cuestión la bondad de determinados modelos desarrollistas):

Existe un alto nivel de bienestar subjetivo entre las personas que viven en el medio rural, a pesar de las desventajas estructurales del mismo (limitado acceso al mercado de trabajo, limitado acceso a servicios de salud, educación o formación). Esto es atribuido tanto a las características de las áreas rurales que afectan positivamente al bienestar, como a la existencia de comunidades cálidas y que apoyan, como al hecho de que la gente del medio rural valora otras cosas y de modo distinto que las del medio urbano.
Hay una evidencia estadísticamente significativa de mayor satisfacción con la vida entre las personas que viven en áreas remotas de Escocia, frente a los que viven en zonas no rurales (de Escocia).
En cambio, no hay evidencia de esta diferencia entre quienes viven en zonas rurales accesibles y zonas urbanas, y tampoco se encontró una diferencia respecto a la idea de “calidad de vida” entre las zonas urbanas y rurales.

Vivir en una zona remota incrementa la probabilidad (estadística) de ser “completamente satisfecho” con la vida en un 8%, y reduce la probabilidad de ser “totalmente insatisfecho” en un 0,4%.
Otros factores que influyen son de carácter personal: la edad (la “felicidad” se reduce en la madurez para luego “recuperarse” en la vejez), estar casado o en pareja, tener hijos, tener buean salud, tener vida social…

En España, no hay muchos datos y no son muy concluyentes. El CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) pregunta en ocasiones sobre la felicidad. Si cruzamos las respuestas con el tamaño de los municipios, y nos centramos en los menores de 2000 habitantes (el menor nivel de detalle disponible, sin entrar en microdatos), vemos alguna tendencia:

  1. A los españoles que viven en localidades pequeñas (de menos de 2000 habitantes, cabe pensar que mayoritariamente rurales), les preocupa lo mismo que al resto: el paro o los problemas económicos (dejo aparte Cataluña y otras cuestiones). El único punto donde había diferencia era sobre las pensiones: para el 10,5% de los habitantes rurales (les llamaremos así) es su principal problema, frente al 6,1% de la media española. Algo normal, si pensamos en el envejecimiento del campo español.
  2. De manera general, estos españoles se consideran más felices que el resto: en una escala de 0 a 10 (siendo 10 “completamente feliz”), el 72,9% de los españoles rurales están en escalas entre el 8 y el 10, diez puntos por encima de la media española en esa misma escala. Y no parece que tenga que ver mucho con su situación económica personal: el 29.8% de esos españoles rurales califican dicha situación como “buena”, frente al 36,3% de la media española, y el 55,8% la consideran “regular”, frente al 47,3% de la media.
  3. Sí parecen tener, nuestros habitantes rurales, una cierta percepción de “estancamiento”: el 75% piensan que su situación económica será igual -ni mejor ni peor- que el año anterior, cifra 12 puntos por encima de la media española. A ello puede contribuir cierta noción de “inmovilismo”, o… de manera más prosaica, el hecho de disponer de una pensión de importe y evolución conocidas: el 37,6% de los encuestados son pensionistas, frente al 23,5% de la media española.
  4. Y tal vez, tener algo más de dinero en el bolsillo, pueda ayudar a la felicidad: el 55,8% de los españoles rurales tienen unos ingresos netos por hogar de entre 600 y 2400 euros, algo que sólo consigue el 50,8% de la media de los hogares españoles.

Esto, a escala muy global. A escala más local, un estudio recogía la “satisfacción con la vida” en las comarcas de la Lleida rural, arrojando unos resultados bastante similares entre esta zona (una “nota” de 6,84 sobre 10): y las medias de Europa (7,1), Cataluña (7,1) y España (6,9). Igualmente, el estudio arrojaba un nivel global de satisfacción con la vida muy similar entre zonas rurales y urbanas (6,90/6,80 respectivamente). Donde más diferencia había era entre los mayores de 75 años (un 7,56) y la franja entre 50 y 64 años (un 4,25)…los motivos, pueden ser muy diversos y locales: mayor grado de incertidumbre ante el futuro, mayores dificultades económicas…

Otro estudio local, realizado en un municipio de la provincia de León, analizaba la percepción del bienestar, en función de varios parámetros ya estandarizados, a saber:

  • Autoaceptación
  • Relaciones positivas con otras personas
  • Autonomía
  • Dominio del entorno
  • Propósito en la vida
  • Crecimiento personal
  • Los resultados se muestran en la siguiente tabla:Me permito compartir el análisis de la autora (los subrayados (en negrita) son míos):

“- La baja puntuación en la categoría de Autoaceptación indica que los habitantes de este municipio no tienen una actitud positiva hacia uno mismo, la cual se basa en el conocimiento de los atributos positivos y negativos de sí mismo. Esto a su vez demuestra un bajo conocimiento personal.

– La puntuación media obtenida en la categoría Dominio del entorno hace referencia a una baja habilidad para crear y sostener medios ambientes apropiados. Dicho dominio se logra a través del esfuerzo y la creación personal, es decir, es una versión proactiva y no pasiva de la adaptación de la persona a su medio ambiente (trabajo, familia, vida comunitaria). Este aspecto de la conducta puede estar relacionado con la baja motivación.

– En lo referente al Crecimiento personal, la puntuación obtenida se refiere a una falta de sensación de desarrollo continuo, de progreso y de estar abierto a nuevas experiencias. Esta categoría es de máxima importancia para la intervención social, ya que supone la motivación y la fuerza interior necesaria para que un individuo se empodere.

– La última categoría que no alcanza los niveles medios es la de Propósito en la vida. Esta hace referencia a la capacidad para encontrar sentido y dirección a las experiencias, así como para crear y perseguir objetivos. Esto es difícil de alcanzar, si en primer lugar no cubrimos las categorías antes mencionadas.

Las dimensiones en las que la muestra ha obtenido puntuaciones por encima de la media son:

-relaciones positivas. Involucra la presencia de relaciones íntimas, cálidas y la preocupación por otras personas.
– autonomía. Capacidad de seguir convicciones y creencias personales aunque estas vayan en contra de los dogmas convivenciales.

Es decir, nos encontramos ante una faceta normalmente desatendida de los mecanismos de desarrollo local y rural: el trabajo en la motivación, en el auto-conocimiento, y en el crecimiento personal. Da la sensación de que esperamos que, cubiertas las necesidades básicas, el resto salga por añadidura…de que, si hay trabajo, ya está todo hecho. Desatendemos estas necesidades tan humanas, y tan imprescindibles. Y si hablamos de determinados colectivos, la situación es mucho peor: es el caso de las mujeres mayores, que cargan sobre sus espaldas el peso de la casa, del campo, del cuidado de sus mayores y, en demasiadas ocasiones, las bofetadas del marido.

Desde el punto de vista de las políticas públicas, todo lo anterior nos habla de la necesidad de profundizar en un trabajo de educación y atención social, muchas veces desatendido por la Administración, la cual se limita a cubrir como puede aspectos más acuciantes (ayuda a domicilio, dependencia, drogodependencias…) pero no pone las bases para un aumento del bienestar subjetivo de las personas, base de su empoderamiento y autoestima, base del desarrollo social -y no sólo económico o crematístico- de un territorio.

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Pirena Mágica / El «Gordo» llega a Biescas

Texto: Blog de Manuel Español
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No me ha tocado la lotería y me siento muy feliz. No tengo el menor reparo en decir que estoy rodeado de las más maravillosas estrellas. El gran premio esparce sus deseos sobre mí, hechos realidad, cada mañana cuando despierto. “Eres un afortunado, Gabino”, me digo a mi mismo en silencio y a veces con la voz muy alta. Mi Jimena del alma me mira con dulzura casi siempre, a la vez que perdona mis infidelidades a sabiendas que casi permanentemente de noche y a veces entre nubes o cara al sol aunque descamisado, vagabundeo nadando por las aguas del firmamento y sonriendo mientras danzo rítmicamente a través de las constelaciones. Ella es mi gran estrella, excepto cuando gruñe. Que ya se sabe, que a lo largo de la vida, si no hay algunos toques suaves de sal y pimienta, todo resulta muy plano y monótono.

Es 22 de diciembre y estamos en Biescas para disfrutar de las Navidades. Uno de los vecinos pone la radio a tope, y parece que mis habitaciones se han convertido en altavoces inalámbricos muy potentes que no paran desde el punto de la mañana con el sonsonete de números y euros, en las voces de los Niños de San Ildefonso. De repente se nota un vacío de sonido y de tensión, hasta que estalla la gran sorpresa: “Ha salido el “Gordo” (aplausos a miles) y ha tocado íntegramente en Biescas (Huesca), al número 85367”. A continuación, por todo el pueblo suena una gran traca de petardazos que despiertan a la totalidad de la población que ha soñado esa noche con ese acabado en siete.

Jimena: Seguro que hoy será día de fiesta y que por la noche disfrutaremos de una gran verbena en el Polideportivo. Prepárate, Gabino, que ese va a ser nuestro consuelo. La de invitaciones que vamos a recibir cuando se enteren que en esta ocasión no jugábamos a la Lotería.

Gabino: ¿Acaso te ha disgustado?

Jimena: Nada de eso, que hace tiempo que venimos diciendo que se acabó lo de los sorteos, que no queríamos ni de la ONCE, ni Primitiva, ni Euromillón, ni… Luego nos enteraremos de los nombres de los agraciados por la fortuna y les diremos que disfruten intensamente, los muy capullos.

Gabino: Mi vida, ¿sientes envidia?

Jimena: De eso nada. Me alegro de su felicidad. Que ya tenemos bastante entre tu y yo, ¿verdad mi amor?

Gabino: Pues si supieses que ayer estuve con Katiuska, Jorge y varios amigos más tomando unas cañas…. Cuando fuimos a la taberna de Claudina, ésta me ofreció un billete de ese número, que por si fuera poco llevaban todos los del grupo. A mi amiga la germana le di pena, y con toda su guasa dijo a voz en grito: “Como sabemos que mañana nos va a tocar el gordo a todo el pueblo menos a

Gabino, supongo que no os importará que hoy éste sea el invitado favorito y le obsequie con mis mejores salchichas alemanas”. Y eso es lo que empecé ganando.

Jimena: Tu eres tonto, chaval, y encima te sentirás orgulloso. Ahora todo el mundo irá por ahí diciendo que tengo un limón ácido por marido. A eso estoy resignada, pero es que además seremos la mofa del pueblo. Y que conste que si he dicho que no quiero que me toque la lotería, peor es que nos tomen por cabezones obtusos con encefalograma plano.

Gabino: Pues te aseguro que has logrado me rebote contigo. ¿Sabes qué te digo?, que para el sorteo del Niño voy a comprar todos los números que entren en el pueblo.

Jimena: Anda, anda, no me seas adolescente y no me hagas reír, que me das más pena, que otra cosa.

Gabino está que se sube por las paredes y ya no encuentra réplica adecuada. En esas estamos, en plena pelea verbal y gestual, cuando suena el timbre de casa pulsado a la desesperada. Tras un sorprendente y breve silencio, chocan los dos cuerpos y Jimena dice gritando con voz de soprano desvariada: “ayayayayay, este capullo me ha dado un cabezazo en la ceja derecha y estoy que no puedo más. Quien quiera que sea, señor o señora, no se preocupe que abro de inmediato y le atiendo en un segundo”. Al otro lado de la puerta, la carcajada es sonora: “¿Ya te ha hecho tu maridín alguna otra de las suyas?” Mientras el medio limón de su complemento abre, aparece una felicísima tía Cuqui: “Alegraos, que ha llegado la tita y os trae buenas noticias. ¿Sabéis que ha tocado el “gordo” de la lotería de Navidad en Biescas? ¿Cuánto habéis ganado?”. De momento nos quedamos mudos sin saber qué decir. Los emparejados ya más calmados, se miran entre sí y casi al instante se lo toman a risa. “Nadaaaaaaaa”, es la respuesta a dúo. “Jimenita, no te preocupes, que tu capullito es más listo de lo que parece. Además, cuando he pasado por la taberna de nuestra amiga, ha salido a mi encuentro y me ha dado esta fiambrera llena de esas salchichas que a tu marido tanto le gustan. Nada que a la pobreta le dijiste hace unos días que a ti no te iba a tocar la lotería porque nunca jugabais a ella. Claudia es una inocentona por creerte, tiene muy buen corazón, y se lo ha tragado todo”. “¡Madre mía, madre mía –dice un Gabino asustadizo- la que he armado sin querer!. Tía, ya podemos devolver de inmediato tan sabroso regalo, y aunque no tengo conciencia de haber engañado a nadie, mi ingesta de calorías ha aumentado considerablemente ”. “Y además volverá a engordar y a roncar por las noches, que es peor”, suelta la guasona de Jimena.

Así que se desatan a coro de maneras tabernarias unas risas tan sonoras que se oyen desde la calle, mientras que desde la misma unos transeúntes chillan tanto que muy pronto todo el pueblo se entera que “en esa casa ya lo están celebrando unos nuevos ricos”. Gabino se pone colorado como un tomate canario, se tapa la cara y exagera sus gestos tirándose de los pocos pelos que le quedan. Justo en ese instante, suena otra insistente llamada en el timbre de casa. Silencio total. “Gabino, soy tu primo Fernando, el trompetista, el que espanta a las vacas…Que me ha dicho tía Cuqui hace un rato, que viniese a veros lo antes posible, que nos esperaba una buena sorpresa a compartir entre nosotros.”
“Adelante, la casa está abierta” se oye desde fuera. Una vez dentro, Fernando reparte besos a todos y se excusa de no haber traído ningún presente, “porque la tita me ha pedido que viniera urgentemente y no me ha dado tiempo de pasar por la despensa casera”.
Tras unos minutos de alborozo y alegría por el encuentro, Cuqui pide imperiosamente silencio y abre su bolso de mano al mismo tiempo que alegremente dice eso de “tachán, tachán, ¿qué va a salir de aquí? La tía va a hacer magia”, señala tras sacar tres billetes de lotería. Mientras yo he optado por no hablar a fin de no meter más la pata, mi Jimena suelta: “¿Será para el Niño? No te apures tía, te lo agradecemos igual, pero ya sabes que nosotros no jugamos nunca a sorteo alguno, y Fernando que haga lo que considere oportuno”. Y la tita, erre que erre les manda callar con toda la energía que es capaz., y dice: “Un billete es para esta pareja de locos surrealistas, otro para el “trompetista”, y el tercero para mi. Los entrega, y ¿cuál se el número? el 85367. Ahora ya son todo parabienes, excepto por parte de un Gabino acomplejado que piensa: “enseguida se van a enterar todos los vecinos y me llamarán mentiroso, además de que no vaya de fanfarrón por la vida”. Se lo arranca de la mano Jimena, quien no duda en decir que “cierra la boca por una temporada, que así estarás más majo, ¡so capullo!.

Aviso: Ruego que no busque nadie ni se martirice por dicho número, porque soy todo un afortunado en amores, y ya se sabe lo que dice el refrán: “Afortunado en el juego, desafortunado en amores. Bueno, hagan lo que a ustedes les parezca.

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José Luis Batalla: «Lo mejor de mi trayectoria es la enorme red de amigos que tengo»

Artículo Original: Suplemente Espacio 3 de El Periódico de Aragón

Mario Gracia/Espacio3

–La Federación Aragonesa de Solidaridad ha creado este año el Premio FAS a la Trayectoria Solidaria y, de todas las personas que podían llevárselo, ha sido usted el primero en quien han pensado. ¿Qué le parece?

–Creo que lo que pasa es que quizás no haya nadie que tenga tanta trayectoria como yo (ríe). No sé si solidaria, pero desde luego con una trayectoria tan larga como la mía no creo que hubiera nadie a quien elegir. Y, sin duda, lo mejor esta larga trayectoria ha sido la enorme red de amigos que tengo. Este premio me ha hecho muchísima ilusión por venir de quienes viene.

–Con este galardón, la FAS quiere reconocer a aquellas personas que son referente el ámbito de la cooperación internacional y la defensa de los Derechos Humanos. ¿Cuánto tiempo lleva usted metido en este mundillo?

–Yo creo que desde que fui director de Cáritas. Lo fui con 40 años y ahora tengo 85, así que calcula. No solo fue lo primero que hice. Fue lo que me cambió la piel y me hizo entrar en estas historias. Aunque, curiosamente, mi siguiente paso fue fundar el periódico El Día, algo que yo enmarco en esta misma trayectoria de acercamiento solidario a la gente. Aquello también me marcó en una serie de acciones públicas. Incluso me llegué a presentar como alcalde en una candidatura ciudadana independiente en las primeras elecciones democráticas… Y aunque no sacamos ni un solo representante, era la mejor lista.

–¿Qué tuvieron esas experiencias en Cáritas y ‘El Día’ para que sonara un ‘click’ en su cabeza?

–El contacto diario con la gente que lo pasa mal.

–Usted ha trabajado por el medio ambiente y los Derechos Humanos desde ámbitos muy diferentes. Fue fundador de Ecología y Desarrollo, vicepresidente del Hermanamiento León (Nicaragua) – Zaragoza, secretario del Seminario de Investigación para la Paz… ¿Han ido cambiando sus intereses a lo largo de su vida?

–He tenido la suerte de que a lo largo de mi vida me he encontrado con gente estupenda. Nunca he hecho nada por libre ni solo, siempre he actuado acompañado. Y he tenido la suerte de que las instituciones con la que me he tropezado merecían crédito. Pero luego ese crédito se ha incrementado por la gente que había dentro de ellas. Siempre que estaba trabajando en una cosa me decían: «¿Te vienes?». Y para ahí que iba.

–Habiendo tocado tantos palos en el mundo de la solidaridad, supongo que cada etapa le habrá dejado un poso distinto. ¿Con qué se queda de cada una?

–Lo tengo muy claro: con el otro. Así de simple.

–El otro… ¿Puede especificar más?

–En todos los sitios en los que he estado he pretendido hacer cosas para la gente. Igual daba hacer un periódico que estar en Cáritas o en el Seminario de Investigación para la Paz. En definitiva, eran tareas para el otro. Prefiero decirlo de esa forma más sencilla que hablar de vocación servicio público. Sería darle a mi tarea más importancia de la que ha tenido, y no me encaja.

–Últimamente ha estado guerreando contra la pobreza energética, contra la ley hipotecaria, a favor de la sanidad universal… ¿En qué anda ahora metido?

–Yo creo que ahora tenemos todos un gran objetivo, que son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Esa es la gran tarea del mundo que viene: cumplir esos diecisiete ODS es lo que nos hará cambiar el mundo. Nunca he sido revolucionario, ni quiero serlo. Yo soy más de ir haciendo cosicas pequeñas, aquí y allá. Este lunes, por ejemplo, estuve en Utrillas, gracias a un plan de Ecodes que es una maravilla. Estamos colaborando con Coca Cola, algo que algunos nos critican. Esta empresa tiene en la zona unos manantiales. Y ahora se ha propuesto a nivel mundial recuperar tanta agua como gasta para elaborar sus bebidas. En unos montes que se quemaron hemos hecho un proceso de plantación en 77 hectáreas con el asesoramiento del catedrático Nicolau, de la Universidad de Zaragoza, un tipo estupendo. Nos ha explicado el tipo de árboles más apropiados para que estos no consuman toda el agua sino que parte salga para fuera. Y esa es la compensación que va a hacer Coca Cola por el agua que consume en Aragón. Le llamamos Proyecto Plantando Agua.

–El jurado de la FAS ha destacado su talante «positivo y conciliador» para concederle el premio. ¿Cómo se puede desprender tanta positividad cuando uno lleva toda la vida en contacto con tanta injusticia?

–Leí una vez una entrevista en la que le preguntan a alguien si era optimista o pesimista. Y esta persona respondió una cosa que decidí apropiarme para mí: yo soy posibilista eficaz. Me he quedado con esa frase porque me parece definitiva. Hay muchas cosas negativas pero también hay muchas positivas. Y hay que seguir luchando por todas aquellas causas que son posibles.

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