Texto: Blog de Manuel Español Pirena Mágica
Mi corazón ha dado varios vuelcos estos últimos días, pero mis ansias de pelea siguen adelante. No puede ser de otra manera, soy aragonés. De la alegría y buen humor a la tristeza casi extrema, son escalas que se han sucedido una tras otra. Ahora atravieso una laguna de profunda tristeza, me dan mucha pena los vaivenes políticos, no tolero esas promesas electorales entre las que proliferan los insultos y la ausencia plena de elegancia. No me gusta ninguno de los actuales partidos. ¿Habrá formaciones que hagan real eso de que la distancia entre dicho y hecho sea nula? Y no cito nombres propios por estar en plena campaña electoral. Eso sí, respeto a la gente honesta y valiente y a aquellos que siguen la máxima de “Respeta y serás respetado”. Perdón, que nadie piense que quiero hacer tabla rasa, también sigue habiendo personas admirables ante las que descubrirse sin máscara alguna, por su valentía, por decir la verdad mirando cara a cara y sin ocultarse lo más mínimo ante unos enemigos que acechan cobardemente y que, de una manera u otra, tienen a sus espaldas la responsabilidad de tantas y tantas muertes violentas (omito cifras). ¿Me equivoco ante personajillos como vosotros que cuando estáis en minoría echáis a correr cobardemente?¿Y qué decir de los independentistas de Cataluña a ultranza? Sí, esos que no se atreven a mirar a la cara a quienes nos sentimos españoles constitucionalistas, porque en el fondo saben que lanzan mensajes de odio y rencor. Para unos y otros, mi sonrisa más cínica, mi odio para ese nacionalismo que se cura leyendo y viajando, aunque no todos actúen de la misma manera.
Hace unos días que deseo quería remontar el vuelo anímico, pero ante el panorama que nos acosa tan miserablemente, me resulta imposible. No estoy para marionetas locuelas, ni me hallo para provocar risas, para gastar bromas, todo lo contrario. Hoy mis lágrimas fluyen como un torrente de dolor en plena Semana Santa. Para colmo, el fuego ha destruido Notre Dame de París, mientras que en África, en aldeas que carecen de las necesidades más básicas, perecen miles de niños afectados por esa hambruna que no perdona.
¿Conformismo? Con esta palabra recurro de nuevo al dicho de “Tolerancia Cero”. No nos demos por nunca por vencidos. Luchemos con nuestros mejores armamentos, luchemos por la paz y el entendimiento entre las personas, sin distinción de razas ni de credos. Que las fronteras y banderas se diluyan con abrazos de entendimiento, que nadie sea superior a nadie.