SUCESOS

23 años después, apuntes sobre la tragedia de Biescas

FUENTE: BLOG La carretera
Análisis y reflexiones de un caminante

 

La primera imagen que viene a mi memoria la captó el fotógrafo Rogelio Allepuz: un guardia civil sacando en brazos del infierno en medio de la noche a un niño semidesnudo para ser atendido. Un relámpago de esperanza en medio del horror provocado por el remolino de las nubes negras.

Había un puesto de la Cruz Roja antes de llegar a Biescas y allí ya se veían los primeros cadáveres llenos de barro. Esa noche hubo gabinete de crisis con el consejero de Obras Públicas, José Vicente Lacasa, al frente, que estaba realizando una visita de trabajo por la zona. Gentes del cámpin refugiadas en el polideportivo de Biescas (los biesquenses se movilizaron inmediatamente para llevarles comida caliente y mantas). El polideportivo acogería días después los multitudinarios funerales.

Fue clave el ordenador del cámpin “Las Nieves” con las entradas y salidas para conocer y poder identificar las personas que había en las instalaciones. Aún así la tarea no fue fácil porque había más gente que la inscrita en las oficinas y también porque algunos habían salido de excursión y no habían regresado al cámpin.

Los centros de llamadas que se montaron inicialmente no dieron resultado. El equipo de Radio Jaca, cuyo director era entonces José Luis Rodrigo, fue clave también para informar, movilizar personas y recursos, y ordenar las prioridades. No existían las redes sociales y la telefonía móvil tenía muchas limitaciones. La importancia y la función social de los medios de comunicación de proximidad.

El horror, el apocalipsis, fue al amanecer. Fue una de esas ocasiones en las que hubieras preferido que no hubiera terminado nunca la noche. Coches volcados y amontonados, tiendas y caravanas destrozadas al otro lado de la carretera y, lo que fue peor, cadáveres y cadáveres bajo el barro y en el cauce del río Gállego hasta la presa de Sabiñánigo.

Yo era entonces jefe de prensa de la Diputación General de Aragón. Organizamos un equipo con mis compañeros José Luis Andrés, responsable de Prensa del departamento de Obras Públicas que acompañaba esa tarde al consejero, y con el responsable de Prensa  de la subdelegación del Gobierno de Huesca, Luis García Núñez.

Simultáneamente a la avalancha de piedras, troncos y barro que destrozó el barranco de Arás tras romperse un puente en el Sobremonte (Aso, Yosa y Betés), y después todas las obras de ingeniería de hidrología forestal construídas en la primera mitad del siglo XX, llegó la avalancha informativa.

Improvisamos un puesto de información ocupando las oficinas del ayuntamiento de Biescas, como he dicho antes la telefonía portátil aún estaba en pañales, y desde allí atendimos a centenares de medios de comunicación de muchos puntos de España y del mundo ordenando el tsunami como pudimos: primero las víctimas y los familiares, y solo después la información y las respuestas sobre presuntas responsabilidades bajo el principio de la veracidad, del rigor y del respeto a los tiempos y a la investigación judicial.

No era un asunto de primicias ni de contar más cadáveres, era un asunto de respeto a las víctimas y al rigor y de acotar el sensacionalismo y el alarmismo.

Después habilitamos una doble línea de trabajo, la de mando único responsable de la comunicación, a cargo del presidente de Aragón, Santiago Lanzuela, y la operativa, al mando del subdelegado del Gobierno de Huesca, Eduardo Ameijide, encargado de la coordinación de los efectivos de rescate y búsqueda de heridos y cadáveres. Un hombre de rasgos físicos decimonónicos, aire marcial, que cuando algo se desbordaba o se torcía exclamaba ¡Por los clavos de Cristo! Por ejemplo, ante las numerosas ofertas de perros rastreadores o ante la situación de las torres eléctricas.

Se habilitaron, gracias a la rápida reacción del entonces consejero de Presidencia, Manuel Giménez Abad, del recién nombrado director general de Administración local, José Manuel Aspas, y del responsable de Protección Civil, José María Castillón, un número de contacto y unas 25 líneas telefónicas que atendían las 24 horas del día a los familiares de las víctimas, todavía no existía el 112, con traductores en varios idiomas (inglés, francés, alemán, holandés…).

El presidente Lanzuela al frente del mando único atendía a diario a los medios de comunicación en el mismo ayuntamiento de Biescas al final de la mañana y por la tarde. Los teléfonos del Ayuntamiento echaban humo. El equipo de periodistas estuvimos dos o tres días de guardia permanente, echando cabezadas, y al cuarto día ya nos buscaron alojamiento en Escarrilla, un núcleo del valle de Tena más arriba de Biescas.

Fue la noche de los sobresaltos, de la solidaridad y de la generosidad individual y colectiva. No había nada escrito sobre protocolos de catástrofes, ni estaba tan afinada y localizada la predicción meteorológica ni los planes de evacuación…….En estas situaciones es cuando sale lo mejor de las personas y el doctor Juan Antonio Cobo, que estaba de vacaciones en Jaca, puso en marcha con una encomiable rapidez de reflejos un protocolo que se basó en evitar cualquier preocupación a los familiares de las víctimas salvo la de su dolor.

En ese protocolo entraba la atención a los heridos, la identificación de los cadáveres, la habilitación de la Pista de Hielo para depositar los cadáveres, la comunicación y la asistencia psicológica a los familiares que llegaron por centenares. Y, por supuesto, la organización de los voluntarios, estamos hablando de cerca de dos mil.

Hubo un antes y un después de la tragedia de Biescas en el desarrollo de la incipiente Protección Civil y de la organización tras grandes catástrofes, y el doctor Cobo tuvo mucho que ver.

A los dos días ya supimos que el número de muertos iba a superar los 80. Finalmente, fueron 87 más los cerca de  doscientos heridos, la inesperada pérdida de familiares, en algún caso como el de Sergio Murillo de toda la familia directa, las durísimas recuperaciones y las secuelas físicas y psicológicas de por vida.

Los integrantes del operativo de búsqueda y rescate de heridos y cadáveres comíamos en las escuelas atendidos por voluntarias y voluntarios del pueblo que organizaban las provisiones y cocinaban.

Tampoco se me va de la memoria la imagen del entonces joven alcalde de Biescas, Luis Estaún, 27 años, con la cabeza abajo, abatido por la tragedia. La solidaridad de los biesquenses, un municipio de menos de 1.500 habitantes, y de todo el valle de Tena y de la Jacetania, fue conmovedora, excepcional, sin límites, de las que te funden con lo mejor de la condición humana.

Plácido Díez

Plácido Díez es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1981. Sus primeros pasos los dio, aún como estudiante de periodismo, como colaborador del Diario de Teruel (1976-1978) y posteriormente como redactor y reportero de la revista Andalán (1980-1982).

Ya como periodista titulado su trayectoria ha sido amplia y variada, siempre en medios de información aragonesesː

Redactor del diario El Día de Aragón desde 1982 y director de 1987 a 1990.
Director adjunto del diario El Periódico de Aragón, de 1990 a 1992.
Redactor Jefe del programa de televisión Línea América coproducido por la Agencia EFE y Manuel Campo Vidal. Realizado desde España para Hispanoamérica coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, de 1992 a 1994.
Corresponsal del diario El Mundo en Aragón, 1994.
Jefe de Prensa de la Diputación General de Aragón, de 1995 a 1997.
Director de Informativos y Contenidos de Cadena SER Aragón y conductor del programa La Rebotica de la misma emisora, de 1997 a 2013.
Director de comunicación del Ayuntamiento de Zaragoza de 2014 a 2015
​Actualmente es técnico de comunicación de Cuarto Espacio, unidad de la Diputación de Zaragoza de apoyo a los pequeños municipios de la provincia y lucha contra la despoblación, desde 2015; contertulio de Mesa de Redacción, de Zaragoza TV, así como colaborador en Localia TV y colaborador del medio digital Eldiario.es en Aragón.