OPINION

La Canal Roya y el progreso

Foto: Pedro Nicolás Martínez
 
Pocas veces es tan claro que hay modos falaces de vender el progreso y la solidaridad con sectores sociales desfavorecidos como en el caso de los argumentos que se aducen para la unión mediante una larga telecabina de las estaciones de esquí de Astún y Formigal por el valle pirenaico de Canal Roya.
 
El argumento de que el esquí es el motor económico, único e imprescindible, y por ello necesitado de ampliaciones faraónicas, para sacar del ostracismo y la pobreza a un mundo rural apartado y maltratado, es eso, simplemente falso y falaz. En mi opinión es la demostración de una actitud roma, miope y anacrónica, y de no reconocer las evidencias que los procesos naturales nos están mostrando. Dicha actitud, dado que no puede estar basada en la desinformación, sólo puede deberse a una codicia cortoplacista, no sólo económica sino también de poder.
 
Es claro, para todo aquel que no tenga intereses más o menos inconfesables, que es un proyecto insensato, innecesario, sobredimensionado, lesivo ambientalmente y de complicadísima reversión cuando llegue la inevitable verdad, la que nos dice que ya y en el futuro sólo es posible un esquí moderado y de calidad, adaptado a la realidad climática que irrumpe veloz e imparable, y que por tanto el modelo de desarrollo económico de los valles montañosos ha de ser revisado y rediseñado, como de hecho ya lo está siendo en algunos lugares.
 
Sin embargo, en un ejemplo descorazonador del retorno a las peores épocas de burbujas y desaguisados inmobiliarios costeros, se plantea como un gran avance, y nos quieren convencer de su excelencia, una infraestructura que violenta y destruye las reconocidas cualidades ambientales, biológicas, geológicas y paisajísticas, de un lugar de primera calidad del Pirineo. De tan alta calidad que hace años estuvo propuesto como parque natural, es decir como espacio protegido, y que se sepa no ha perdido, al contrario de lo que puede ocurrir si llega la malhadada telecabina, sus cualidades naturales.
 
Es el retorno a las cavernas; es volver a construir por construir que al final algo queda, bien es cierto que casi todo lo que pueda quedar lo hará en las manos de unos pocos, y es, y el tema no es menor, una muestra de cómo el viejo caciquismo decimonónico, ahora personalizado en poderosas empresas que tejen una telaraña de presiones y favores, sigue en muchos lugares más presente de los que nos gustaría admitir, lo cual no debería ocurrir en una sociedad avanzada y de auténtico progreso.
 
Añado a lo dicho unas reflexiones de carácter personal. No he visto nunca emocionarse a nadie ante una telecabina por más moderna que esta sea. Sí he visto, y en infinidad de ocasiones, a muchas personas maravillarse, e incluso dar un giro positivo a sus vidas, cuando han encontrado en un valle o una cima la armonía con un paisaje valioso, un espacio lleno de sugerencias y significados sobre la Tierra que habitan, lugares que propician vivencias que les han permitido conocerse y crecer.
 
Es en esta dirección donde debe ir, y estoy seguro que inevitablemente irá, el progreso de una sociedad culta, sensible e informada y no en la empecinada en perpetuar modelos obsoletos y superados.
 
El conflicto que se ha suscitado sobre el proyecto de la Canal Roya es tan paradigmático sobre dos modelos de entender la vida y el futuro, que los que creemos en una relación armónica con la naturaleza como herramienta para una vida digna, no debemos permitir que este aberrante proyecto vaya adelante. Además, si es utilizando fondos europeos, creados con la mirada puesta en una nueva generación y con el objetivo de fomentar el desarrollo de una sociedad más sensible con lo ambiental, el caso se erige como un monumento a la incoherencia, el bochorno y la desvergüenza.
 
Por ello, independientemente de nuestras adscripciones políticas, de nuestra educación, de nuestra edad, de nuestra condición de esquiadores, montañeros, ecologistas, turistas, hosteleros, urbanitas, de rurales o neorrurales, o de ajenos y lejanos a todo lo anterior, sólo, por tanto, en nuestra condición de ciudadanos responsables y comprometidos con una sociedad que avanza sin olvidar a nadie, pero sin arrasar y despreciar suicidamente lo natural, impidamos con nuestras palabras, firmas, razones y argumentos el irresponsable proyecto del paso de una telecabina por la Canal Roya.
¡Salvemos la Canal Roya!

Pedro Nicolás Martínez

Pedro Nicolás es profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, y presidente de la Real Sociedad de Alpinismo Peñalara. Participó en la redacción del Plan de Ordenacion de los Recursos Naturales del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Ha ascendido el Nanga Parbat y Gasherbrum II, asi como varios siete miles y numerosas montañas por todo el planeta.