Es claro, para todo aquel que no tenga intereses más o menos inconfesables, que es un proyecto insensato, innecesario, sobredimensionado, lesivo ambientalmente y de complicadísima reversión cuando llegue la inevitable verdad, la que nos dice que ya y en el futuro sólo es posible un esquí moderado y de calidad, adaptado a la realidad climática que irrumpe veloz e imparable, y que por tanto el modelo de desarrollo económico de los valles montañosos ha de ser revisado y rediseñado, como de hecho ya lo está siendo en algunos lugares.
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Fuente: Muro personal en Facebook de José Ramón Marcuello Foto: web La Meteo que viene Sr. presidente del Gobierno de Aragón: Sé que es altamente...
Fuente: Muro personal en Facebook de Plácido Díez Foto: Ayuntamiento de Zaragoza Adiós a una referencia del movimiento vecinal de Zaragoza. En estos tiempos de...
Fuente: Arainfo (13/01/2023) Foto: El Pirineo Aragonés Nunca pensé que tuviera que escribir a favor del estado natural de la Canal Roya. Creía con ingenuidad que...
Fuente: Facebook de Fernando Sáinz de Varanda (10 de enero de 2017) Foto: Juan G. González Misis / Archivo Heraldo de Aragón Hoy 10 de enero, hace 31 años que...
"Eloy se inventó Aragón" Texto original en el perfil de Facebook de José Luis Melero Rivas Foto original: Jaime Galindo - El Periódico de Aragón Muchos somos los...
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Es claro, para todo aquel que no tenga intereses más o menos inconfesables, que es un proyecto insensato, innecesario, sobredimensionado, lesivo ambientalmente y de complicadísima reversión cuando llegue la inevitable verdad, la que nos dice que ya y en el futuro sólo es posible un esquí moderado y de calidad, adaptado a la realidad climática que irrumpe veloz e imparable, y que por tanto el modelo de desarrollo económico de los valles montañosos ha de ser revisado y rediseñado, como de hecho ya lo está siendo en algunos lugares.
Por otra parte, imagino que recordará Vd. bien que en plenas Navidades pasadas, no había nieve esquiable en el Valle del Aragón y que, de seguir así la evolución del cambio climático, tampoco la habrá en la ya cercana Semana Santa.
Adiós a una referencia del movimiento vecinal de Zaragoza.
En estos tiempos de vértigo informativo, y de debates líquidos y muchas veces frívolos al ritmo que marcan las redes sociales, es obligado detenerse, dedicar unas líneas, a aquellas personas que han contribuido decisivamente a mejorar la vida de los que le rodean y que se están marchando de puntillas, con la misma sencillez y discreción con la que vivieron.
En la persona y en la trayectoria de Juan José Jordá, que acaba de fallecer, hay que reivindicar la mirada de horizonte y el análisis de larga duración, 54 años de la constitución de la Asociación de Vecinos del Picarral, que años después se rebautizaría como Salvador Allende.
Fue la primera Asociación de Vecinos que echó a andar en Zaragoza en 1969, al calor de la parroquia de Belén, de jesuitas como Luis Anoro, gran amigo de Juan José Jordá, de cristianos de base y de activistas. La del Picarral fue determinante para que surgieran otras asociaciones vecinales en los barrios tradicionales de la ciudad, en las Delicias, en Las Fuentes, en San José, en Torrero, en Oliver, en Valdefierro…..Entre los impulsores de la Asociación del Picarral estaban Juan José Jordá, Carmen Redondo, Paco Asensio, Rafael Martínez, Bienvenido Buil y Antonio Sofín.
Paradójicamente, la chispa que encendió el movimiento vecinal en el barrio fue el agua que no tenía presión para llegar más allá de un tercer piso. En plena dictadura, en un barrio con aires manchesterianos, se consiguió que se construyera el colector de San Juan de la Peña y, a partir de ahí, se avanzó paso a paso en la revitalización integral de un barrio en el que los vecinos convivían con los humos y el ir y venir de los camiones de las factorías (la antigua Campoebro, Saica y la trasladada Aceralia), con calles sin asfaltar que atravesaban los tanques que se dirigían al campo de maniobras de San Gregorio, y con muchas familias económica y socialmente vulnerables.
La Asociación de Vecinos del Picarral Salvador Allende era una familia de familias, orgullosas de haber institucionalizado los campamentos de verano en Pineta que les permitían reforzar las relaciones vecinales, sociales y afectivas, y disfrutar del Pirineo. Orgullosas también de haber creado un banco de imágenes del barrio (https://fotosdelpicarral.wixsite.com), del que ha sido uno de los motores principales el fotógrafo Daniel Pérez, con el que coincidí en el periódico “El Día de Aragón”, de haber mejorado la calidad del aire, de haber peleado contra los desahucios de viviendas y de contar con iniciativas modélicas de inclusión social como la Fundación Picarral o de educación medioambiental como la editorial Prames.
Juan José Jordá, que recibió la distinción de zaragozano ejemplar en 2013 cuando era alcalde Juan Alberto Belloch, representa a todos los activistas vecinales que han peleado sin desmayo durante años, buscando el apoyo de los medios de comunicación, por hacer una ciudad más humana y más cohesionada socialmente.
Jordá siempre decía que, para que la sociedad funcione, la democracia y la participación ciudadana debían ir juntas.
Algo que exige tenacidad y un gran esfuerzo cotidiano que se ha de conciliar con la vida laboral y familiar.
A Juan José Jordá le debemos un trozo de horizonte y de memoria, a él y a todos los que a lo largo de estos 54 años han construido desde los movimientos vecinales una Zaragoza mejor en equipamientos, en infraestructuras, en servicios públicos, en cohesión social y en igualdad de oportunidades.
Adiós, Juan José. Nunca olvidaré tu sonrisa y tu receptividad con los periodistas. Me hacías feliz cada vez que me invitabas a alguna actividad o conmemoración en la asociación de vecinos Picarral Salvador Allende. En estos tiempos de pantallas, de miradas cortas y efímeras, seguimos necesitando muchos activistas como tú que estén cerca de los ciudadanos, que pisen la calle, los pasillos y los despachos de las instituciones.
Un fuerte abrazo a tu familia.
A ti te canto, Picarral.
Aún eres como herida abierta.
Tú llegarás a ser abrazo.
No solo serás barrio, serás un hogar.
Porque la lucha aún no es la meta,
el campamento,
como sembrar.
Pero asociarnos,
tener cultura,
ser solidarios,
ya es cosechar.
A ti te canto Picarral...
No sufras solo,
a nadie dañes.
Donde haya vida,
pon libertad.
Todos iguales,
ninguno encima.
¡Cambia tu barrio
y tu ciudad!
Canción escrita por Luis Anoro que se canta con la música de "Un fiume amaro" de Iva Zanicchi.
*En la fotografía también aparece otro zaragozano ejemplar, José María Aguilar, que fue presidente de la Unión Vecinal Cesaraugusta y presidente de la Asociación de vecinos Agustina de Aragón.
Nunca pensé que tuviera que escribir a favor del estado natural de la Canal Roya. Creía con ingenuidad que sus calidades, tan evidentes, la hacían inviolable, que cualquiera con un mínimo de amor a la montaña, de conocimiento, sensibilidad y respeto, la admiraría y protegería.
Pero mi confianza en quienes planean los destinos de nuestros territorios y paisajes de dominio natural ha sido una vez más defraudada y hay previstos proyectos de inversiones elevadas para convertirla en un soporte de pilonas, torres, cables, transporte mecánico por las alturas y remedo de parque de atracciones, que acabarán con el frágil legado de su espléndida muestra de naturaleza pirenaica. Tras la pérdida de Espelunciecha, al otro lado del collado, por mera expansión del terreno industrial a costa del natural, sacando dinero de donde no parece el fondo más adecuado, proseguirá tercamente la pérdida de espacio de valor natural por uno de los paisajes altoaragoneses mejor cualificados. Por esta Canal aún corren libres los viejos espíritus de la montaña, esquivos y delicados, pero huirán irremediablemente cuando comience la instalación de los teleféricos, al golpe del primer martillazo que suene en el valle, rebote en el Anayet y repita el eco del pico de Malacara.
No se hace, pienso, como pudiera parecer, por exclusivo deseo de dañar la naturaleza pirenaica, aunque quién sabe, sino para aumentar negocio. Pero todo tiene sus límites, señores, incluso el dinero. Si alguien propusiese hacer un aparcamiento en el lugar actualmente ocupado por el Museo del Prado, como algo mucho más útil para el vecindario, nos rasgaríamos las vestiduras.
Pues no es un caso diferente hacer de la naturaleza de la espléndida Canal Roya y su profundo misterio un carrusel para que tal reconversión incremente las ganancias en la industria del esquí. Si se tiene la gran suerte de poseer esta naturaleza tan valiosa, como aquí ocurre, hay que estar a la altura que reclama y preservarla. La justificación económica, aparte de discutible en sus mismos planteamientos, no da vía libre a embestir contra toda calidad territorial, sino que exige, al contrario, en un temple civilizado, un claro deber de cuidado y preservación.
De modo que hay dos modelos de actuación contrapuestos en la actuación en buena parte del espacio pirenaico. Uno, el vigente -como en el resto del espacio aragonés por ejemplo con los aerogeneradores-, es el de explotación como mero recurso especulativo, sin contemplaciones. Otro, el deseable pero no visible en casos como el de la Canal Roya, es el de atención, respeto y conservación, por sus altos e indiscutibles valores naturales y por su muy elevada capacidad educativa. Un equilibrio ponderado entre la consideración sectorial del territorio como un uso productivo y un explícito cuidado del paisaje excelente como un legado vendría a ser la opción propia de una gobernanza madura, ecuánime y que emprende acciones culturalmente responsables. No está siendo así, y la apuesta especialmente imprudente por la perturbación de paisajes tan valiosos como los de la Canal Roya en detrimento de su protección nos deja sin esperanzas.
Lugares tan notables -la Canal Roya es sin duda uno de ellos- tienen valores universales, no sólo locales, por lo que su petición de respeto nos alcanza a todos y por eso escribo estas líneas. Tal vez fuera lo mejor dejar la naturaleza como está, pero hoy sería cándido creer que, sólo por tener calidad, se respetará sin más. Por la amenaza constante que se cierne sobre ella en casos bien concretos, no sólo en abstracciones, es decir, localizables en el mapa, es necesario contraponer otro modelo territorial claro, basado en el conocimiento, la admiración, la mesura, la generosidad y hasta el afecto por los lugares. Nuestra propuesta es conocida y tiene dos actuaciones complementarias que, pese a su reiterado rechazo, volvemos a exponer: por un lado, hay que ampliar el reducido Parque Nacional de Ordesa, adosándolo al del Pirineo francés por la alta montaña, hasta incluir la cuenca del río Aguas Limpias. Por otro, debe culminarse la declaración definitiva del Parque Natural del Anayet, que contendría la Canal Roya hasta el valle del río Aragón, con suficiente grado de protección para evitar daños como el que se proyecta y avecina. Ambos parques, complementarios, deberían ser el objetivo explícito y esperable de un buen gobierno que amase de verdad los sitios que le corresponde administrar.
No confío en que sea así, por experiencias pasadas. Sólo me queda, por último, utilizar el recuerdo de una broma que un conocido escritor italiano escribió cuando se pretendió construir un teleférico al Cervino; dijo entonces que el fantasma de Whymper se aparecería de noche al ingeniero del proyecto para tirarle de las piernas cuando dormía. Cuenten con mi fantasma para hacer lo mismo con quienes pretenden algo parecido en la Canal Roya, en posible colaboración, ya se lo preguntaré, con los de Ramond y Briet. A mis años, no tengo ya nada mejor a que recurrir.