OPINION TERRITORIOS

¿En el siglo XXI o en el XIX?

Miguel A. Gracia Santos

Texto original aquí

 

A través de la prensa, he sido testigo de una nueva manifestación de “Teruel existe”, esta vez en Zaragoza,.  Me permito opinar porque, en otras ocasiones, he sido testigo, e incluso actor, más directo de estos eventos.  Hace más de 20 años, un grupo de pioneros nos vinimos a Bruselas con un autobús, para pedir el “Objetivo 1” de los Fondos europeos para Teruel; de aquella plataforma –que duró unos meses- fui portavoz; después surgió “Teruel existe”, y yo también he estado en Madrid (¿año 2002-2003…?) con las pancartas de “Molinos ¡existe!” o “Rubielos de la Cérida ¡existe!”.  También he estado detrás de más de una pancarta reclamando autovía…Resumiendo, “esto yo ya lo he vivido”, y como ya lo he vivido, dudo que el pasado fin de semana hubiese ido detrás de la pancarta.  ¿Por qué?

Porque, aunque puedo entender el hartazgo sobre algunas de las cuestiones que se plantean (por ejemplo, hospitales o escuelas), creo que, casi terminando la segunda década del siglo XXI, no se puede seguir reivindicado, básicamente, las cosas propias de un modelo de desarrollo del siglo XIX.  Han cambiado muchas cosas, pero la reivindicación no.

Sobre esto he escrito en este blog y en otros medios; he defendido en muchas ocasiones que las infraestructuras viarias no son, hoy en día y para el actual modelo económico, centrales; es más, veo que sirven para drenar recursos muy necesarios para otras cosas.  Por ejemplo, estos días hemos visto que se ha licitado un tramo de autovía El Burgo de Ebro-Fuentes: 75 millones de euros para un tramo de 14 kilómetros que se tarda en recorrer 12 minutos (Google Maps dixit), es decir, más de 5 millones de euros cada kilómetro.  Al mismo tiempo, leo que el Gobierno de Aragón paga un máximo de 43.200 euros al año (120 €/día) para las plazas de dependencia…en una región envejecida, con una necesidad rampante de atenciones geriátricas, ¿cuánta gente podría cuidarse (y generando empleo al mismo tiempo), solo con 1 kilómetro de autovía, , de esa autovía en cuyo tramo de 14 kilómetros nos ahorraremos aproximadamente 1 minuto de tiempo…?

Me llama mucho la atención que haya un acuerdo general sobre esto, que no haya voces discordantes, que cuando se habla de los Presupuestos Generales del Estado sólo se hable de las partidas del Ministerio de Fomento, y que cuando se hable de financiación de las autonomías nadie diga “Vale, deja esos 75 millones de euros para 14 kilómetros de autovía, y ya los aplicaré en dependencia, en fomento de renovables, en educación y formación de todos los grados, en industria 4.0, en agricultura de precisión, en robótica e internet de las cosas…”

Las reivindicaciones de Teruel Existe, aunque legítimas y comprensibles desde un punto de vista ciudadano, adolecen de varias carencias (y lo digo con ánimo constructivo):

1)      Ponen el acento en el papel de la administración pública, pero no en el sector privado: nadie habla sobre el papel de la banca a la hora de drenar ahorro de la provincia para canalizarlo en otros territorios, ni tampoco se habla del papel de Endesa –más allá del tema de la Térmica de Andorra- o de los recursos energéticos renovables o de  los servicios ecosistémicos y cómo se legisla en esta materia, y a favor de quién.

2)      Ponen el acento en “pedir más dinero”, pero no se han planteado, antes que nada, si la despoblación es realmente una cuestión de dinero…Incluso la patronal turolense, en el marco de su lobby SSPA y de su estudio sobre Escocia, pone de relieve el hecho de que la dotación económica con que ha contado Escocia (aparente modelo de éxito, a imitar) ha sido inferior a la de Teruel…Por otra parte, los estudios de la Comisión Europea, sobre los resultados de la política de Cohesión, y el hecho de que España haya recibido ingentes cantidades de fondos (muchos de ellos a territorios Objetivo 1 como Soria o Cuenca…) invitan a pensar que el problema no es “cuánto” dinero, sino “cómo” se gasta, en “qué”, y “quién” toma la decisión: es decir, la gobernanza económica, es decir, democracia avanzada…

3)      Finalmente –last but not least- ponen el acento en un modelo anticuado de desarrollo (hablando claro, carreteras o embalses), en un mundo donde la mercancía actual son los datos, donde las autopistas son la banda ancha o el 5G (y, por cierto, las administraciones parecen seguir jugando al gato y al ratón con este tema), todo lo cual crea mercados hipercompetitivos donde el tener una autovía no es garantía de nada…y si no, que le pregunten a “El Jiloca ya le toca” que sufre toda una serie de problemas a pesar de tener desde hace ya bastantes años la autovía, o a la provincia de Soria atravesada por la autovía Madrid-Zaragoza, y tantos y tantos casos donde la autovía es una catedral en el desierto.

Hoy en día asistimos a una explosión de debates, cátedras, encuentros y movimientos políticos y sociales en torno a la despoblación. Todo ese caldo de cultivo debería permitir “actualizar” la reivindicación (un aggiornamento, parafraseando al papa Juan XXIII), pero no parece que sea así; más bien cada uno “echa la suya”, las administraciones  y sus partidos gobernantes van mirando cada uno a su interés a más corto plazo, y los ciudadanos reproducen -aunque sea de buena fe- clichés y mitos muchas veces ya sobrepasados.

 

 

Miguel Angel Garcia Santos

Soy consultor especialista en proyectos europeos y desarrollo local y rural, y vivo en Alcañiz (provincia de Teruel, Aragón, España). Durante 6 años fui técnico de en proyectos europeos de Desarrollo rural y Medio Ambiente en el Centro para el Desarrollo del Maestrazgo, que gestionaba la Iniciativa LEADER II de desarrollo rural. Durante 7 años viajé por el mundo, dedicado a la exportación de productos locales: primero la cerámica y luego los productos agroalimentarios (gestionando el primer consorcio de exportación de la provincia de Teruel). Durante 4 años he trabajado en una empresa consultora de proyectos europeos, especializándome en el programa LIFE, dedicándolo a temas como ciudades sostenibles, lucha local contra el cambio climático, infraestructuras verdes, o prevención de incendios forestales.