Cristian Serrano (Marca.com)
Y el Huesca tocó el cielo y alcanzó el sueño de su vida. No sólo no rebló, como bien reza su lema sino que durante 40 jornadas se empeñó en batir récords continuamente, en tocar cotas hace un tiempo ignotas. Un equipo que hasta hace poco más de una década vivía a caballo entre la Segunda B y la Tercera ha ido dando pasos agigantados hasta dar el mayor paso de madurez de su historia. Se ha propuesto llegar donde tantos anhelan y ansían cada verano. Después de hacer del curso pasado una temporada histórica, los azulgranas se han empeñado en pulverizarlo todo y hacer definitivamente de éste si, el mejor año de su vida. Rubi ha conjugado un equipo equilibrado con un ataque que desprende aroma de Primera desde hace mucho tiempo. Pero también una gran zaga.
Los azulgranas se han atrevido a practicar un gran fútbol durante toda la temporada. Y cuando peores tiempos corrían para el Huesca, cuando llegó a estar ocho jornadas sin ganar, la apuesta de Rubi volvió a ser la misma, el fútbol y la confianza en su equipo. Un bloque compacto, fiable y regular. Humilde pero ambicioso.
Así se mostró el conjunto aragonés desde el primer día. Con el balón siempre como protagonista, Rubi desde la humildad hizo de su equipo un conjunto que creyó desde el inicio su idea. Y el catalán logró impregnar su sello al juego de su equipo. Y lo hizo ganador. Con un mérito extra porque el Huesca es uno de los presupuestos más bajos de la categoría. Un milagro convertido en un ciclón de fútbol que fue el equipo que más jornadas sostuvo el liderato. Hubo tiempo para sufrir el bache y también para salir de él de la mejor manera posible. Quizá es una de las grandes claves de la temporada. Saber sufrir, seguir creyendo y volver a ganar. Así salió de la crisis, logrando cuatro victorias consecutivas, un punto que supo mucho mejor con el paso de los días frente al Alcorcón para acabar dependiendo de sí mismo en sus aspiraciones de ascenso directo. Y no fue para menos tampoco en el Anxo Carro. Fiel a su estilo, salió desde el inicio a por el partido. Se notó quién se jugaba algo tan grande como ser equipo de Primera. En poco más de media hora se había acabado a ojos del marcador el partido. Gallar y Pulido ejercieron de héroes en una noche para enmarcar.
