Como todos los años por estas fechas en las que los españoles tenemos que hacer nuestra declaración del impuesto sobre la renta (IRPF), la Iglesia Católica (IC) ha lanzado en los medios de comunicación una amplia campaña propagandística que, bajo el lema "por tantos", anima a poner una cruz en la casilla de la declaración que permite dedicar un porcentaje de este impuesto a la mencionada confesión religiosa. Con independencia de que, al ser la única a la que se puede destinar dinero por este medio, vulnera gravemente en mi opinión el principio de aconfesionalidad del Estado (otra cosa sería que se pudiera optar por cualquiera de las confesiones religiosas existentes en nuestro país), quiero comentar un aspecto que me inquieta desde hace años.
El eslogan citado intenta hacer creer que el dinero que se destina a la IC, "por tantos", se reparte entre muchos, se supone que especialmente entre los más pobres. Pero resulta que no.
Tanto es así que, uno o dos años después de comenzada esta campaña, Cáritas (la organización de la IC dedicada a la asistencia social) se vio en la necesidad de lanzar su propia campaña publicitaria, en la que informaba de que quien quisiera que una parte de lo que pagaba por el IRPF fuera a Cáritas, que marcase la cruz en la casilla de "fines sociales". Al año siguiente esta campaña se vio reducida al mínimo y hace tiempo que Cáritas ya no se atreve a publicitar el único procedimiento de que un porcentaje de ese tributo termine en sus manos.
¿Por qué será? Imagínenselo.
Pero es que, este año, la campaña "por tantos" de la IC se ha vuelto de lo más mendaz (mentirosa, según la Real Academia) al incluir una locución en la cual invitan a los oyentes a no hacer caso a quienes dicen (decimos) que el dinero de la casilla de la IC no va a Cáritas. Claro que, a continuación, aclaran que una buena parte del presupuesto de Cáritas sale de cuestaciones que se hacen en las iglesias... Es decir, que no sale del presupuesto de la IC que, al menos en parte, se nutre de ese porcentaje del IRPF que algunos creyentes consignan en la correspondiente casilla. En otras palabras: el anuncio no miente descaradamente, pero camufla (o sea, oculta) la verdad, que no es otra que Cáritas se nutre de donaciones de católicos y no católicos (yo soy ateo y desde hace tiempo entrego dinero todos los años a esa organización, porque me gusta su dedicación a los más débiles), pero no se nutre de los fondos que el Estado, a través de la famosa casilla del IRPF, dedica a la IC.
Los organismos de autocontrol de la publicidad deberían intervenir para impedir el engaño. ¿Por tantos? ¡No! Solo para ellos (y en el ellos no incluyo a los clérigos ejemplares, que existen).