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80 años después: La batalla de Teruel merece un gran museo abierto y una gran película

Teruel y su pueblo tienen derecho a una recuperación racionalizada de un período tan trágico como éste

FUENTE: BLOG LA CARRETERA

Análisis y reflexiones de un caminante

Plácido Díez

Transcribo a Manuel Tuñón de Lara en el balance general de “La batalla de Teruel”, “Cartilla turolense” editada en 1986 por el Instituto de Estudios Turolenses: “Hemos pasado revista, utilizando fuentes de primer orden, a los enfrentamientos militares de los que fueron teatro -y víctimas- las tierras, pueblos y ciudades de Teruel durante la guerra civil española. Sí, en varias ocasiones, pero sobre todo desde diciembre de 1937 hasta febrero de 1938, se estuvo jugando en Teruel el destino de España y, en cierto modo, parte del de Europa.

El nombre de Teruel saltó a la primera plana de los grandes diarios de todos los países y resonó por las ondas de todas las atmósferas. Sin embargo, la mayoría de quienes leían aquello, incluso de los que se apasionaban con la guerra de España, no sabía siquiera donde estaba Teruel, el río Alfambra o el Turia…¡Geografía por ellos ignorada donde se batían los hombres y las máquinas vomitaban hierro y fuego!

Pensamos que Teruel y su pueblo tienen derecho a una recuperación racionalizada de un período tan trágico como éste, pero que en manera alguna se puede eludir. Y no se puede eludir, porque conocer ese pasado, los hechos históricos y sus causas, es la mejor garantía para no caer en la trampa de creer que la guerra puede ser un medio para conseguir un fin propuesto, sea cual sea.

Conozcamos, pues, la guerra que asoló nuestras tierras y conozcámosla con las suficientes precisiones y elementos de racionalización para que nunca se convierta en un cromo, una visión de estampita a utilizar por nadie. El relato que hemos seguido ha sido duro, a veces árido, pero siempre interesante, porque es nuestra historia. Pero es historia que no debe ni puede repetirse jamás”.

Estos días se están cumpliendo los 80 años del final de la denominada batalla de Teruel y del Alfambra que está reclamando un museo abierto a todo el teatro de operaciones, el Museo Memorial por la Paz que está dibujando el Gobierno de Aragón, y una gran película porque fue la única capital de provincia que conquistó el Ejército Popular de la República con el consiguiente efecto propagandístico y de moral.

El Ayuntamiento de Teruel ha abierto la web www.batallate.es en la que ofrece información, documentación histórica, 200 fotografías, además de la señalización detallada de 20 vestigios en la capital y en los barrios rurales, entre otros trincheras, búnqueres, parapetos, nidos de ametralladora, cerros, muelas y mansuetos que formaron parte del despliegue de las operaciones militares.

La batalla de Teruel anticipó en una pequeña ciudad de 13.000 habitantes durante dos meses y diez días, desde el 15 de diciembre de 1937 al 25 de febrero de 2018, el “Stalingrado” previo a la Segunda Guerra Mundial con enfrentamientos casa por casa, destrucción salvaje, frío cortante hasta 25 grados bajo cero, hielo, se calcula que hasta 15.000 congelaciones, y grandes nevadas que evitaron que en Nochevieja una ciudad fantasmal, de la que se habían retirado los defensores del Ejército Popular de la República, volviera a caer en manos de los sublevados, solo 16 días después del comienzo de la ofensiva republicana.

En la batalla de Teruel se visualizó el 7 de enero ante el jefe del Ejército de Levante republicano, el coronel Juan Hernández Saravia, la denigrada rendición del jefe de las guarniciones franquistas, el coronel perseguido por la fatalidad Domingo Rey D´Harcourt, que cayó en desgracia ante Franco por no haberse inmolado, y haber inmolado a unos 1.500 civiles en otros alcázares de Toledo, que se habían quedado prácticamente sin agua, alimentos y medicinas. Rey D´Harcourt terminó fusilado junto a varios presos más, entre ellos el obispo Polanco, a pocos kilómetros de la frontera francesa en la desesperada huida republicana.

Esos alcázares de Toledo donde se concentraron los últimos focos de resistencia, pero que no llegaron a entregar sus vidas como hubiera querido el general Franco, fueron, entre otros, el hospital de la Asunción, el Gobierno Civil y, defendido por unidades al mando del coronel Barba, el convento de Santa Clara, anexo al minado y destruido Seminario, donde las imágenes de sótanos improvisados como hospital entre las ruinas me han encogido el corazón porque allí falleció uno de esos días navideños de horror un hermano de mi madre, José Bella, que no pudo superar sus heridas ante la falta de medios sanitarios y al que le debo mi segundo nombre (el primero se lo debo a otro hermano de mi madre que murió en un reconocimiento al explotarle una mina en Alía (Cáceres) ya al final de la guerra civil).

La batalla de Teruel, maniobra de distracción del jefe del estado mayor del Ejército Popular de la República, el general Vicente Rojo, para alejar a las divisiones franquistas de Madrid después de la rápida conquista del Norte, decantó paradójicamente el desenlace de la Guerra Civil española al facilitar el rápido avance del Ejército franquista hacia el Mediterráneo cortando las comunicaciones del Ejército republicano entre Barcelona y Valencia, y despejando el camino para la batalla del Ebro.

La batalla de Teruel, que movilizó a las Brigadas Internacionales, en concreto a la Brigada XV que se desplazó desde Belchite al mando del general Robert Hale, con una unidad fotográfica a cuyo frente estaba Harry Randall, reunió a los más destacados corresponsales de guerra del mundo, como tan detallada y valiosamente ha recogido Vicente Aupí en su libro “Crónicas de fuego y nieve”.

Entre ellos, a Ernest HemingwayAndré Friedmann (Robert Capa), el joven fotoperiodista que llegó a Teruel destrozado por la muerte en Brunete de su compañera, la también fotoperiodista Gerda TaroHerbert MatthewsAndré MalrauxIlya EhrenburgHenry Buckley, Walteer Reuter y Kati Horna, que captó desgarradoras imágenes de la evacuación de la población civil hacia Valencia, Murcia y Alicante.

Desde el bando franquista destaca a Harold Cardozo y Kim Philby, el británico que, acreditado por el “Times”, espiaba para el régimen de Stalin y que llegó a ser distinguido con la medalla al mérito militar por el general Franco en Burgos después de que saliera milagrosamente vivo del bombardeo que en Caudé, la Nochevieja de 1937, mató a dos periodistas estadounidenses y a un británico con los que compartía coche. Philby perteneció al grupo de los denominados “cinco de Cambridge” que espiaron para la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

La batalla de Teruel reunió a la elite política, militar y a algún destacado intelectual de la República (NegrínIndalecio Prieto“La Pasionaria”Vicente RojoHernández SaraviaModestoLíster“El Campesino”, Miguel Hernández). Y también del franquismo (los generales DávilaArandaVarelaYagüe y sus divisiones marroquíes, Rafael García Valiño, el responsable de la División 1 navarra, y el coronel Monasterio que dirigió la última carga de caballería en una guerra en España, con tres mil jinetes atravesando a galope tendido el Campo de Visiedo y del Alfambra para romper las líneas republicanas).

La batalla de Teruel confirmó la superioridad aérea con los temibles “Stukas”, con su lluvia de metralla desde las alas, y la mayor potencia de fuego artillera del ejército franquista, un ensayo previo a la Segunda Guerra Mundial para alemanes e italianos, que rompieron el pacto de no intervención con continuos suministros de Hitler y Mussolini a través de Algeciras y de Portugal ante la parálisis de Francia y el Reino Unido, paralizados por el temor al avance del comunismo, actitud que despejaría el camino al nazismo y al fascismo.

En la batalla de Teruel se vivieron episodios desconocidos hasta hace bien poco como el fusilamiento el 20 de enero de 1938 por insubordinación, sin juicio previo, en el entorno de Rubielos de Mora de 46 miembros de la 84 Brigada Mixta, de las unidades que conquistaron Teruel casa por casa para la República, que se habían amotinado al suprimirles el mando, en este caso el jefe de plaza, el teniente coronel Andrés Nieto, ex alcalde de Mérida, los permisos pactados de una semana forzándoles a volver al frente. Los testimonios, de una enorme fuerza trágica, han sido rescatados por el escritor Pedro Corral en su libro “Si me quieres escribir”.

Son argumentos de peso, 80 años después, para excavar en la historia y recuperar para la memoria presente y futura una devastadora batalla marcada por temperaturas inmisericordes y congelaciones en una pequeña ciudad de Aragón, de la España interior, camino de Valencia, que devolvió a la República, durante unas semanas de una gran intensidad emocional y portadas en los principales periódicos internacionales, la esperanza de que se podía ganar la guerra a un Ejército, el franquista, mucho mejor armado y apoyado internacionalmente. El miedo al comunismo hizo el resto.

Y son argumentos de peso para hacer realidad con rigor histórico un Museo abierto al territorio, a todo el despliegue de operaciones desde Calamocha hasta Barracas, y a tantos protagonistas e historias que sacan lo mejor y lo peor de la condición humana, y también una gran película con proyección internacional que podrían dirigir, por qué no, Alberto Rodríguez, David TruebaDaniel Calparsoro, y también, soñar es fácil con los ojos cerrados, Jean Jacques Annaud, un artesano francés del cine que realizó “Enemigo a las puertas” sobre Stalingrado, Ken LoachOliver StoneChristopher Nolan o Spielberg a mayor gloria de Hollywood.

Plácido Díez

Plácido Díez es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1981. Sus primeros pasos los dio, aún como estudiante de periodismo, como colaborador del Diario de Teruel (1976-1978) y posteriormente como redactor y reportero de la revista Andalán (1980-1982).

Ya como periodista titulado su trayectoria ha sido amplia y variada, siempre en medios de información aragonesesː

Redactor del diario El Día de Aragón desde 1982 y director de 1987 a 1990.
Director adjunto del diario El Periódico de Aragón, de 1990 a 1992.
Redactor Jefe del programa de televisión Línea América coproducido por la Agencia EFE y Manuel Campo Vidal. Realizado desde España para Hispanoamérica coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, de 1992 a 1994.
Corresponsal del diario El Mundo en Aragón, 1994.
Jefe de Prensa de la Diputación General de Aragón, de 1995 a 1997.
Director de Informativos y Contenidos de Cadena SER Aragón y conductor del programa La Rebotica de la misma emisora, de 1997 a 2013.
Director de comunicación del Ayuntamiento de Zaragoza de 2014 a 2015
​Actualmente es técnico de comunicación de Cuarto Espacio, unidad de la Diputación de Zaragoza de apoyo a los pequeños municipios de la provincia y lucha contra la despoblación, desde 2015; contertulio de Mesa de Redacción, de Zaragoza TV, así como colaborador en Localia TV y colaborador del medio digital Eldiario.es en Aragón.