Texto publicado por Miguel A. Gracia Santos en su blog consultoraeuropea
Los medios de comunicación aragoneses han hablado de “varapalo” para referirse a la decisión de la Comisión Europea de no incluir la despoblación como criterio de asignación de Fondos de Cohesión en el próximo periodo de programación (algo que ya habíamos adelantado desde este blog hace unos días). Junto a este término se han venido utilizando otros del mismo calibre, que concluyen en un lamento, algo así como “qué malos e insensibles son los de Bruselas, que no dan dinero a nosotros, que somos pocos y viejos…”. Nuestra tierra, sus dirigentes y la mayor parte de su población siguen, por tanto, anclados en el victimismo.
En una fecha ahora tan lejana como febrero de 2014, ya sostuve en este blog que no tenía mucho sentido promover la despoblación como criterio de asignación de fondos europeos, por la sencilla razón de que no es un problema de dimensiones europeas.
Este mismo argumento lo he repetido en numerosas ocasiones, incidiendo en que la despoblación galopante del interior español es un fenómeno muy específico de nuestro país, y que requería, ante todo, una respuesta de Estado, antes que “puentear” hacia Bruselas. E igualmente, he sostenido que, antes de “pedir dinero”, lo que había era que tener claro el modelo de desarrollo y la estrategia para hacerlo realidad. En nada de eso hemos avanzado: cada Comunidad Autónoma se las apaña por su cuenta, seguimos dependiendo de las ayudas de la PAC, o desarrollando un sector porcino ambientalmente insostenible como única solución para la creación de puestos de trabajo en el campo, o llorando (o rabiando) porque ahora parece que se va a cerrar la Térmica de Andorra…
…estamos en lo mismo: el carbón está condenado hace años, estamos en reconversiones desde los años 90, pero seguimos pensando que se puede prolongar un poco más, y un poco más, y un poco más…siempre negando la realidad, cuando también se sabe que es imposible que Aragón cumpla ningún objetivo de emisiones de CO2 sin cerrar la térmica de Andorra. Y la culpa la tienen unos u otros (dependiendo de quién gobierne y quién esté en la oposición), o la tiene una ministra “ecologista y anticarbón”…de nuevo el victimismo como discurso.
Porque, ¿dónde está la autocrítica…? ¿Es que los aragoneses lo hemos hecho todo bien, hemos hecho “los deberes” en todo lo que estaba en nuestra mano y no tenemos nada que reprocharnos…? ¿Qué se ha hecho con los miles de millones -primero de pesetas, después de euros- que se han invertido en todas las cuencas mineras desde hace más de 25 años (MINER, Araval, Sodiar, Avalia…) sin que se haya conseguido la tan cacareada “transición justa” y sin que nadie haya levantado la voz o ningún responsable haya pagado un precio político? ¿Qué se ha hecho con los millones de euros puestos para levantar y atraer empresas privadas que luego sus dueños han vendido sin compartir sus ganancias con el sector público que las hizo posible?
¿Qué se ha hecho con los 60 millones anuales del Fondo de Inversiones de Teruel (FITE) que se aprueban sin control democrático y sin criterios objetivos de asignación, sin programación plurianual, sin estrategia detrás y sin evaluación posterior, y tampoco nadie asume responsabilidades políticas, ni nadie se las pide…? ¿Qué decimos de los millones de euros de los fondos FEDER destinados para construir piscinas o polideportivos que se emplean quince días al año en pueblos sin un solo niño en invierno, mientras los ancianos tienen dificultades para vivir en sus propias casas…?
Mucho me temo que todo siga igual. Seguiremos pidiendo millones imposibles a Bruselas o a Madrid, todos ellos en forma de asfalto u hormigón. Seguiremos pidiendo quemar carbón sin afrontar una realidad que no nos gusta, y cuando se cierre la térmica y las familias se queden sin trabajo, y se tenga que emigrar…entonces, como dice Serrat, nos despertaremos “sin saber qué pasa/chupando un palo sentados/sobre una calabaza”.